Grace Bergere no sufrió heridas internas cuando aterrizó sobre una pila de hollín en el horno de su edificio, situado en el área del West Village de Manhattan, en Nueva York.
Ella había llevado el jueves a la noche a un primo que estaba de visita a la azotea para admirar la vista del río Hudson.
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Para alcanzar la mayor altura posible, Grace se trepó a una escalera de 7,6 metros, paralela a la chimenea. Cuando llegó al tope, cayó dentro de esta y resbaló por el estrecho conducto.
Su primo avisó a los servicios de emergencia y los bomberos acudieron trataron frenéticamente de acceder a la caldera.
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Mientras su padre la llamaba a gritos, los bomberos abrieron una puerta de metal al fondo de la chimenea esperando lo peor. En cambio, vieron la pequeña mano de Grace haciendo señas en medio de las cenizas.
“Pegué un salto para atrás... No esperaba que hubiera nadie vivo en el fondo de un hueco”, dijo el bombero Simon Ressner.
Fue llevada al hospital para ser tratada por una fractura en la cadera y su padre, Steve Bergere, dijo que su supervivencia fue un “absoluto milagro”.