Joselo Albán, psicólogo encargado del pabellón, contó que la rehabilitación la realizan a través  de las ocupaciones que aprenden los internos, como fabricar artesanías, zapatos, bisutería, elaboración de pan, cría de larvas de camarón, peces, caracoles, cuyes, entre otras.  
Por su experiencia, Albán asegura que a pesar del tratamiento que se les brinda a los internos, solo el 10% de los drogodependientes se rehabilita.

Una de las causas de la recaída es el entorno en el que viven en el interior de la cárcel.

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“No todos los que reciben asesoramiento y tratamiento habitan en ese pabellón, sino que vienen de otras celdas, y llegar hasta Logros se les dificulta por la presencia de los guías, quienes les ponen trabas”, expresó Isabel Jaramillo, coordinadora del área educativa.

Quienes residen en el pabellón terapéutico son los que tienen sentencia y siguen el  tratamiento, aclaró Jaramillo, tras añadir que la rehabilitación concluye después de dos años.

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No obstante, si algún interno que aún es procesado se encuentra en estado crítico por causa de las drogas, los especialistas lo reciben en el pabellón de forma ambulatoria.

Uno de los beneficiados de la rehabilitación es José Navas, quien está detenido por robo hace más de un año.

Navas, quien tiene dos hijos menores, contó que robó para comprar droga. Ahora está arrepentido y agradecido por la ayuda, por lo que aspira a salir el próximo año para instalar una panadería con ayuda de sus familiares. El negocio servirá para la manutención de sus hijos y esposa.

Como él, dice Nancy Paz, coordinadora del pabellón, hay muchos internos que desean reinsertarse; sin embargo, la falta de dinero obstaculiza que puedan formar una microempresa. “No existe una verdadera reinserción, pues cuando recuperan la libertad nadie les da trabajo”, explicó. Otro centro que ayuda al pabellón es Nueva Vida, entidad que ofrece servicios gratuitos en Portete y Guaranda.