“Antes los niños nacían deformados los huesitos, no oían, nacían postrados. La cabecita se iba para atrás y decíamos que era porque no se hacía bien la envoltura al niño”, cuenta Manuel Ortiz, de la comuna de Sicalpa, en Chimborazo.
En esta zona, los niños nacían con “bolas gordas en la garganta y siempre creíamos que Dios ha hecho así, ahora ya conocemos que era por falta de yodo”, dice Delia Caguano, dirigente de salud del Movimiento Indígena de Chimborazo.
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Según las normas internacionales, los lactantes deben consumir diariamente 90 microgramos de yodo. En Ecuador se ha detectado que el 3,97 de la población está afectado por bocio, se informó ayer durante el “Foro de analisis de la situacion de los desórdenes por deficiencia de yodo en el Ecuador”.
En la región andina se registraban casos de bocio (crecimiento de la glándula tiroides) y de cretinismo (daño cerebral irreversible), que en el primer caso superaban el 30% y el 1,8% en el segundo caso. Esto se originaba porque la población consumía sal en grano.
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El consumo de este producto se da en la mayoría de casos por el costo de la sal y por el desconocimiento de las afectaciones en la salud. Una libra de sal popular cuesta $ 0,40 mientras que la sal no yodada $ 0,05, explica Paco Canelos, director del Programa Nacional de Control de Enfermedades por Deficiencia de Yodo.
El consumo se daba porque la sal en grano, que no tiene yodo, se pone en los caldos porque dicen que le da mejor sabor y la otra sal la usan para condimentar las papas, dijo Canelos.
Poco a poco la situación ha cambiado por el trabajo que se realiza en zonas vulnerables junto a líderes comunales y organizaciones internacionales.
MÁS DATOS: Prevención
Control
La prohibición de importación de sal en septiembre del 2004 ha posibilitado que las autoridades sanitarias puedan ejercer un mejor control en los niveles de yodo.