Lo siguiente es parte del diálogo que mantuvo con el periodista chileno José Zepeda, de radio Nederland, en los estudios Aler, en Quito. Usted lo puede leer, escuchar e incluso ver en www.informarn.nl/americas/ecuador/act080723-correa-ecuador

Pregunta José Zepeda:
Uno de los sectores no satisfechos con la Asamblea es el movimiento indígena. Yo quiero ir más allá de la simple cuestión del idioma quichua no incluido, sino que, conversando con algunos de los dirigentes del movimiento indígena, ellos tienen la impresión de que les hubiese gustado durante su gobierno haber sido beneficiarios de una suerte de discriminación positiva. Así como se aplica a veces en otros países de América Latina para el movimiento femenino, a ellos les hubiese gustado que los hubiesen discriminado positivamente, teniendo presente la postergación que han sufrido históricamente.

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Responde Rafael Correa:
Vea, tenemos excelentes relaciones con los indígenas. Por ahí cierta dirigencia indígena, que hace tiempo perdió la partitura, tal vez critica al Gobierno y desde el principio se declaró opositora al Gobierno; entonces, una inconsistencia total. Asume una nueva dirigencia la Conaie y lo primero que hace es declararle la oposición al Gobierno; nos dice de todo y después por qué no les llamamos y no hacemos discriminación positiva. Mire, nosotros somos los únicos que verdaderamente no discriminamos a los indígenas. Porque no los tratamos de pobrecitos, los tratamos como iguales, y cuando hablan tonterías y cometen errores se lo decimos. Nosotros no vamos en caer en eso de que “pobrecitos, déjenlos que hablen tonterías, déjenlos que digan disparates”. No. ¿Sabe qué? Esto es un absurdo, esto es ridículo.
Todos estamos de acuerdo en sacar adelante y reivindicar la exclusión histórica que han tenido los indígenas, pero no solo basta la buena fe, no solo basta el voluntarismo, hay que saber el camino. Hay que ser competentes para salir adelante. Entonces somos los únicos que tratamos de igual a igual a los indígenas.

Y fíjese, fíjese cómo son las cosas. Primero esta Constitución reconoce derechos que nunca antes han sido reconocidos a las comunidades indígenas, por ejemplo, circunscripciones territoriales indígenas. Vamos a tener territorios donde el idioma oficial va a ser el quichua. Pero, ¿qué se quería hacer? Entre gallos y medianoche, sin haber consultado con todo el bloque de Alianza PAIS, peor aún con el Gobierno, sin saber las repercusiones, las trascendencias de esa decisión, con una reconsideración, por la trastienda se quiso meter el quichua como idioma oficial. Cuando yo llego a la reunión de Alianza PAIS me dicen aquello y digo: ‘Yo encantado. Yo trabajo con los indígenas’. No sé si usted conozca que estropeo un poco el idioma quichua. He vivido, he trabajado con los indígenas. Toda mi vida ha sido de compromiso con los indígenas. Encantado, pero ¿cuáles son las repercusiones? Y ni siquiera tenían claras las repercusiones. Resulta que se empezó a develar que si se ponía al quichua como idioma oficial se tenía, por ejemplo, que dar los decretos presidenciales en quichua y en español, las leyes en quichua y en español, la educación formal en quichua y en español. Entonces, entendemos que una región andina donde prevalece el quichua se tenga que enseñar en quichua y en español. Y eso lo reconoce esta Constitución e incluso reconoce circunscripciones territoriales donde será el idioma oficial. Pero, ¿qué beneficios le damos a un chico, digamos de Machala, de clase media, de que en vez de aprender inglés aprenda quichua? Entonces tenemos que ser sensatos.

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¿Cuál era el costo de todo aquello, era posible implementarlo, era deseable implementarlo? De acuerdo a las estadísticas del INEC, que creo que son bajas, están subestimadas; pero 5% de la población ecuatoriana habla una lengua ancestral. Por ese 5%, al otro 95% le íbamos a imponer el aprendizaje del idioma quichua que, dicho sea de paso, y muchos ni siquiera conocen esto, hasta hace cuatro décadas no era una lengua escrita, eso lo hacen los mestizos. Entonces, son de esas novelerías, perdóneme.

Dicen “para reivindicar al pueblo indígena”, que no reivindica absolutamente nada y son enunciados que no van a  tener una aplicación práctica. Porque incluso era imposible, por recursos, por estructura, etc., aplicar esa norma, y tampoco era deseable aplicarla.
Si por eso somos enemigos de los indígenas y los que proponen estos disparates a diestra y siniestra, sin meditar en las repercusiones, en los costos, etc., son los amigos, qué le vamos a hacer. Ahí está nuestro testimonio de vida; si con eso no hemos demostrado quiénes son los amigos de los indígenas, no lo vamos a poder demostrar con nada.