Cosa tan extraña de parte de la autoridad que asiste para avalar con su presencia algo que debe cumplirse, pero lo más extraño es que no hace cumplir –y tampoco piden los taxistas– que se ponga en marcha los taxímetros para que el usuario pague lo que corresponde por una carrera y no lo antojadizo del taxista, muchas de cuyas unidades no cuentan con asientos en buenos estados, sin botiquines y extintores para incendios, peor aún cuando están utilizando gas, el que es subsidiado por el Estado, es decir por el pueblo, y todavía así no baja la carrera del taxi.
El Presidente de la República debía decirle igual a ellos como a otros sectores que le protestan, como a los arroceros: si no les conviene el negocio, que vendan sus unidades y se dediquen a otra cosa. Parecería que el compromiso con la fuerza amarilla es muy duro de romper, que ni la misma Ley de Tránsito que la Asamblea Constituyente aprobaría se lo ha hecho por miedo a perder “la fuerza” de la transportación en general.
Pero, sin embargo, a los maestros sí nos bajó a 24.000 dólares el estímulo de la jubilación con más de 80 años de edad y 40 años de servicio, porque cuenta dentro de sus filas a la dirigencia de la UNE-MPD que ahora defiende al Gobierno y no a su gremio, con cuyos aportes sobreviven. La ciudadanía y en especial el magisterio sabrán con su voto castigar a los malos gobernantes y determinados dirigentes.
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Jorge Rodríguez Décker,
profesor, Guayaquil