| nalutagle@yahoo.comMillones de ballenas y delfines nadaban libres cubriendo todos sus meridianos y latitudes. Hoy es raro escuchar un soplido de ballena, y en muchos lugares, imposible”. En los mares del mundo existe una criatura de gran cabeza, muy sociable y organizada, que puede encontrarse en grupos de hasta cincuenta individuos. Me refiero a “ella” porque es ballena, y a “él” porque su nombre común, en español, es cachalote. La ballena con dientes más grandes del planeta, la sopladora de gran cabeza, como lo explica su nombre científico: Physeter macrocephalus. Physeter significa soplador, makros, grande y kephale, cabeza. Cuando el hombre aún no había empezado a depredar los mares, millones de ballenas y delfines nadaban libres cubriendo todos sus meridianos y latitudes. Hoy es raro escuchar un soplido de ballena, y en muchos lugares, imposible. Los cachalotes son, de las ballenas que conozco, las más impresionantes. La cabeza representa el cuarenta por ciento de su cuerpo. En lugar de aleta dorsal tienen una jorobita, y su soplido es muy particular, apunta ligeramente hacia el lado izquierdo. No hay forma de confundir un cachalote con ningún otro cetáceo, lo que queda demostrado por los miles de cachalotes asesinados desde principios de los años 1700 por balleneros de nacionalidades diversas.Moby Dick era un cachalote, y del aceite de alta calidad extraído de la cabeza de esta especie, que en inglés se conoce como ballena de esperma, se han derivado lubricantes, cosméticos y productos varios. ExterminioDesde 1949 existe un sistema que de alguna manera intenta regular la cacería de mamíferos marinos, el IWC (Internacional Whaling Comission). Sin embargo, esta actividad continúa, y lo que es peor, es realizada por las naciones más ricas del planeta. Pero la cacería no es su única amenaza. Grandes cantidades de delfines y ballenas perecen inadvertidamente en redes de pesca. Este tipo de mortalidad puede haber acabado en estos momentos con el cochito, una especie de delfín muy pequeño que habita las aguas de Baja California, y amenaza con exterminar poblaciones locales de otras especies en ambos hemisferios. A diferencia de la captura directa de cetáceos, la muerte incidental es extremadamente difícil de controlar. Además, hay que añadir los casos en que perecen por polución. Organismos planctónicos y nectónicos tienen considerables concentraciones de pesticidas, metales pesados y en ocasiones radiación, porque los humanos usamos los océanos como grandes botaderos de basura. Plankton y necton son la base de la cadena alimenticia en los mares; en su tope se hallan los mamíferos marinos que terminan acumulando en sus tejidos altas concentraciones de contaminantes. ¿Cuántos cachalotes mueren anualmente como resultado directo o indirecto de la polución? Desconocemos números, igual que para los que perecen asfixiados en redes de pesca. La mala noticia: también pasa en Galápagos, o al menos llegan hasta nuestras costas ballenas que han muerto por culpa de la pesca, y quién sabe cuántos otros casos serán consecuencia de la polución marina. Pruebas localesComo evidencia tenemos al macho de la foto, hallado en islote Gardner en mayo del 2008. Pudo morir dentro o fuera de la reserva marina. Es difícil determinar cómo y cuándo ocurrió, porque el cuerpo ya había empezado a descomponerse cuando fue encontrado. Según Godfrey Merlan, director de Wild Aid para Galápagos, se han hallado redes a la deriva, principalmente mallas atuneras, dentro de las cuarenta millas. Estas constituyen paredes gigantescas de hasta veinte metros de profundidad que pueden atrapar apacibles cachalotes, entre otras especies. Godfrey ha recibido reportes de al menos tres casos similares en el último año, todos machos. Uno encontrado en Pinta, otro en Genovesa y un tercero en Santa Cruz. Además, hace un año murieron por causas desconocidas en Puerto Villamil, Isla Isabela, catorce ballenas calderón. Viendo el cuerpo inerte de este cachalote envuelto en una malla de pesca, recuerdo un párrafo del libro Cambios en el mar, de Sylvia Earle. Al encontrarse con una situación similar, un cachalote muerto, Sylvia escribe: “Me pregunto, ¿quién esta haciendo esto?... ¿Estoy acaso absuelta porque mi mano no sostiene un cuchillo? ¿Quién tiene el derecho en nombre de mi especie para establecer una relación con esta especie basada en la matanza? ¿Qué habrán presenciado estas jóvenes ballenas que no hayan visto ojos humanos? ¿Qué hubiera aprendido de ellas, vivas, que pudiera exceder su valor en libras de carne muerta, en barriles de aceite? Un cachalote macho de veinticinco años de edad, ¿sería reconocido en su sociedad de ballenas como un macho reproductor? Seguro que su ausencia fue notada por aquellos que compartieron años de crecimiento, cazando calamares, deslizándose por océanos oscuros y brillantes, tocándose los unos con los otros a través de sonidos y llamadas características, imperceptibles a nuestros sordos sentidos”.