Señala el columnista que el Banco Ecuatoriano de la Vivienda tiene una mala calificación y que, no obstante ello, se hará cargo de los negocios de la Mutualista Benalcázar, aserto este que lleva a advertir que él desconoce el significado de la calificación de BBB-, la misma que, de conformidad con la normativa vigente, corresponde a una institución financiera que goza de buen crédito y que, en el caso del Banco Ecuatoriano de la Vivienda, esta característica se encuentra fortalecida con la fuerte base patrimonial que tiene esa entidad y que le puede permitir un crecimiento importante de su cartera, cumpliendo su objeto social específico de conceder crédito para vivienda de interés social.
Asevera falsamente el articulista Palacio que yo habría explicado que el problema de la Mutualista Benalcázar se originó porque la calificadora de riesgo le puso una nota exageradamente alta a su cliente, y que lo que está fallando no son las calificadoras, sino los controles de la Superintendencia.
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En forma enfática y rotunda desmiento esta aseveración, pues no he dado, en momento alguno, la explicación que el prenombrado columnista me atribuye. Las razones por las cuales se adoptaron las medidas emergentes de resguardo del crédito y de los depósitos de la Mutualista Benalcázar, resueltas por la Junta Bancaria en el marco del artículo 170 de la Ley Mutualista Benalcázar, resueltas por la Junta Bancaria en el marco del artículo 170 de la Ley General de Instituciones del Sistema Financiero, obedecieron a la situación de insolvencia patrimonial en la que incurrió esa institución financiera, detectada precisamente a raíz de la profundización de los controles aplicados por la administración que conduzco, en contraste con la superficialidad de administraciones anteriores. Así, mientras el artículo 47 de la Ley citada exige un nivel de patrimonio de al menos un 9%, los ajustes ordenados por la Superintendencia determinaron que la Mutualista acuse un índice negativo del -5.86%.
El autor del artículo considera que la Superintendencia debió propiciar que la mutualista cambie de propietarios, premisa que revela su desconocimiento en la materia, ya que la estructura de capital de estas entidades determina que no tengan accionistas y que la necesidad de exigir un aumento de capital habría requerido de una convocatoria pública a los 78.000 asociados, así como a difundir la situación de insolvencia patrimonial de la mutualista, con lo que se habría producido el pánico entre los depositantes y la desestabilización del sistema, que la Superintendencia de Bancos y Seguros está llamada a evitar. Esta realidad actual, establecida por la autoridad de control, a la que se suma la obligación de velar permanentemente por el interés público, volvía inaplazable la medida resuelta por la Junta Bancaria.
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Confunde el columnista Palacio la situación del Banco Centro Mundo con la situación de la Mutualista Benalcázar, precisamente por su desconocimiento sobre la forma en que se integra el capital de un banco que tiene accionistas, a los cuales se les puede exigir un aumento de capital dentro de un programa de regularización, respecto de la forma en que se integra el capital de una mutualista, y avala así la ignorancia doctoral de un ex superintendente cuya gestión le otorgó los méritos que le faltaban para que sea destituido en sus funciones y vuelto al oscuro anonimato del que nunca debió haber salido.
Las pretendidas ofensas de Palacio no me llegan, pues carece de autoridad moral para darme lecciones de lealtad; y si nuevamente pretende mancillar mi dignidad de mujer, como ha tratado de hacerlo utilizando su tribuna periodística, solamente confirmará su falta de hombría de bien. De mi parte, doy por cerrado este incidente ingrato.
Gloria Sabando García,
ingeniera, superintendenta de Bancos y Seguros del Ecuador, Quito