| Fotos: cortesía Foster and PartnersEl arquitecto Norman Foster a sus 73 años no descansa. Creador de aeropuertos, museos, rascacielos, sus diseños continúan en constante evolución. “La arquitectura es una experiencia interior y exterior. La mejor viene de la síntesis de todos los elementos que separadamente la conforman: la relación que tiene el edificio con la calle, con el horizonte que la limita; los servicios que le permiten funcionar; la ecología del edificio; los materiales usados; el carácter de los espacios; el uso de la luz y la sombra; el simbolismo de la forma. El éxito de la arquitectura sostenible reúne estos elementos y más”, explica Norman Foster en su ensayo Arquitectura y sostenibilidad. Lord Norman Foster (Manchester, 1935), uno de los mejores arquitectos británicos y una de las mentes más respetadas en el mundo de la arquitectura, se prepara a inaugurar su segundo aeropuerto construido en China. El primero fue Chek Lap, Hong Kong, terminado en 1998. El segundo se trata de la terminal aérea de Beijing, lista para funcionar con los Juegos Olímpicos en agosto del 2008. “Es la estructura cubierta nunca antes edificada. El techo es como un armazón de dragón que cubre un espacio de 3,25 km de largo y 785 metros de ancho. El tren conectará varias terminales; tendrá 175 escaleras, 173 elevadores. Para el 2020 se estima que 55 millones de personas lo visiten cada año”, dijo Foster en una entrevista al diario londinense The Guardian. Comenta que al visitar la obra del aeropuerto de Beijing habían colocado dos pancartas rojas con consignas. “La primera decía: En tiempos de guerra, el que tenga miedo a luchar no puede ser miembro del Partido Comunista. Y la segunda expresaba: En tiempos de paz, el que tenga miedo a trabajar no puede formar parte del equipo del aeropuerto. Me eché a reír porque estaba hecho a medida de Foster and Partners. El que no trabaje duro, no vale”, dijo Foster en una entrevista concedida a diario El País. Se sabe que para la construcción del mismo contrataron a 50 mil obreros que laborarían en turnos de ocho horas diarias durante las 24 horas del día. Tal vez el aeropuerto de Beijing se convertirá en una de sus obras más admiradas en China, pero no es la única. A fines de los setenta, en medio de un periodo sensible en las relaciones de Gran Bretaña con Hong Kong, los directivos del HSBC (Hong Kong Shanghai Bank Corporation) le encomendaron construir un modernísimo edificio bancario para acomodar a sus 3.500 empleados. El resultado fue una obra de 50 pisos y utilizó la filosofía feng shui para la creación de este edificio de “oficinas”. Este rascacielos ha sido reconocido como una de las obras maestras del siglo XX. Al igual que muchos hombres de negocios, Foster tiene puesto sus ojos en China. Cuenta con oficinas en Beijing y Hong Kong y compite por construir proyectos en Shanghái y otras ciudades. Sin embargo, su obra supera la barrera de las culturas e idiomas: ha rediseñado y construido el Reichstag en Berlín, ha ganado el concurso para la remodelación del estadio Camp Nou de Barcelona, ha diseñado el edificio art déco de Hearts en la octava avenida de Manhatan y prepara el proyecto final para la creación de una ciudad cero emisiones de carbono denominada Masdar City en Emiratos Árabes. Esas son algunas de sus obras en los cinco continentes. En el diáfano estudio de Battersea, cerca de 500 arquitectos realizan los bosquejos con la luz natural en el edificio de 1.500 metros cuadrados y 6 metros de altura al pie del Támesis. El equipo de Foster lo conforman sus socios y colaboradores que han trabajado con él desde hace 30 años y un nutrido equipo de arquitectos que diseña y maneja con tentáculos las obras que llevan el sello de Foster and Partners. A la orilla del río que circula por Londres se hallan varios de sus trabajos. El Millennium Bridge lleva su firma. Este puente, una perfecta obra de ingeniería, arquitectura y diseño, conecta el Tate Modern Art con la catedral de St. Paul. El edificio de 30 St. Mary Axe, mejor conocido como Gherkin, es el primer rascacielos ecológico construido en la ciudad. “La torre puede parecerse a la forma de un cigarro –un cilindro que se ensancha a medida que se levanta del suelo y se estrecha a medida que llega a la cúspide–. La forma responde a la demanda de un espacio pequeño. “El edificio parece menos voluminoso que el rectangular edificio convencional”, explica Foster. Con 41 plantas en 76 mil metros cuadrados incluye oficinas, centro comercial y el último piso es un club que ofrece un espectacular panorama de 360 grados de la ciudad. Otras de sus obras son la estación de metro de Canary Wharf, el aeropuerto de Stansted y el estadio de Wembley. “En este sentido, Foster admira más el diseño de ingeniería que rebuscadas teorías de moda. Sus diseños son magníficos, como el curvilíneo centro de la escudería McLaren en Surrey, una mezcla de riguroso diseño e ingeniería”, expresa Jonathan Glancey de The Guardian. Reconocimiento. Fama. Dinero Lord Norman Foster consta en la lista de los más ricos del 2008, según la revista del Sunday Times de Londres. Su fortuna se calcula en $ 500 millones, muy lejos de lo que pensaba aquel muchacho nacido en la cuna de una familia de clase obrera donde añorar seguir la universidad era como decir que aspiraba a ser el próximo Papa. Se sabe que estudió en una escuela pública y que desde chiquillo compraba los libros de Frank Lloyd Wright y Le Corbusier. Durante el servicio militar adquirió la pasión por los aviones, aeropuertos y la determinante disciplina que lo ha llevado a la cúspide. Con esfuerzo Foster empezó a estudiar arquitectura a la edad de 21 años. La universidad se la costeó con pequeños trabajos como panadero, vendedor de muebles, portero de discoteca. Luego conseguiría una beca para estudiar en la Universidad de Yale (Estados Unidos) y al regresar a Inglaterra fundaría su estudio de arquitectura en los sesenta con su esposa Wendy, fallecida en 1989. Los proyectos llegaban con cuentagotas hasta que su nombre se catapultó con el diseño del HSBC en Hong Kong. El resto vendría por añadidura, perseverancia y talento. La prensa británica lo respeta; no obstante, escudriña cada uno de sus movimientos. “El arquitecto Lord Foster, quien ha moldeado los rascacielos londinenses del siglo XXI con base en diseños de acero y vidrio, se muda a vivir a Suiza por su estilo de vida y por sus increíbles campos. Su partida está provocando comentarios acerca de su estatus de impuestos y su membresía en la Casa de los Lores”, indica el Sunday Times. Tal vez poco le interese lo que cuestione la prensa sobre su nueva vida en Suiza. Él prepara maletas junto con su esposa Elena Ochoa (una exitosa editora española) y sus dos hijos.Quizás le preocupe más el legado que dejará a las futuras generaciones. “Nuestras propuestas pretenden reparar el balance entre la gente y los vehículos; quisiera mejorar la calidad de la vida urbana contemporánea. Cualquier proyecto de este tipo debería promoverse con soluciones integradas para atender las necesidades de nuestras ciudades. Si la sostenibilidad es una moda fugaz, los arquitectos deberíamos hacernos preguntas básicas como: ¿por qué demolemos edificios que podríamos darles nuevos usos? ¿por qué dependemos de luz artificial cuando podemos llenarlos de luz natural?, y ¿por qué insistimos en usar acondicionadores de aire en locaciones donde podemos abrir las ventanas?”.