El padre de las menores falleció en un accidente. Su esposa espera cobrar el SOAT.
Su hogar se reduce a un cuarto de bloques de no más de tres por cuatro metros, donde hay solo una cama, un colchón y varios cartones y guardan la ropa que les han regalado.
En las paredes están colgadas dos mochilas y dos muñecos que son los bienes más preciados de las cuatro niñas, de entre 8 años y 18 meses, que habitan en esa construcción, ubicada en las calles la G y la 41 (oeste).
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“Yo pago $ 50 mensuales por este cuartito porque no me alcanza para más”, comenta la madre de las menores, Jessenia Ayala, con su característica expresión de ingenuidad.
Desde el pasado 4 de abril, la mujer, de 26 años, se convirtió en el único sustento para su hogar después de que su esposo murió al ser atropellado por un volquete en la av. Quito, frente al parque La Victoria.
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El percance ocurrió cuando la víctima, Jorge Fernando Cedeño Cagua, de 24 años, se bajó de un bus en media calle y fue impactado por el vehículo.
El hombre laboraba como vendedor ambulante de agua, una actividad que actualmente la realiza Jessenia para poder mantener a sus hijas.
Es que aunque ha pasado más de un mes del hecho, los deudos de Cedeño aún no han podido cobrar el Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT), que estipula $ 5 mil de indemnización para los familiares de fallecidos en siniestros viales.
“Hace unos días me dijeron que liberaron a los dos detenidos por el accidente, pero no he podido ocuparme de ese asunto”, afirma Patricia Cedeño, madre del occiso. Ella ni siquiera ha averiguado si el vehículo tiene SOAT, pues, dice, ha estado ocupada sacando otros papeles que también son necesarios para reclamar el seguro.
Uno de esos documentos es el certificado de defunción de Jorge Cedeño, quien por la falta de dinero para comprar la bóveda fue velado durante cinco días en el cuarto donde habitan las menores y su madre.
“Para comprarle la caja tuve que pedir prestado dinero y ahora con los intereses tengo una deuda de como $ 1 mil”, asegura Jessenia, cuenta que un día sus vecinos, cansados del mal olor que despedía el cuerpo, llevaron el féretro al cementerio del Suburbio y lo sepultaron. “Nunca hicieron los trámites para el sepelio y la Sanidad estuvo a punto de iniciar una demanda contra ellos”, indica Fanny Soria, representante de una fundación que está ayudando a las afectadas.
Soria señala que su entidad está tramitando el certificado de defunción, pero recalca que hay otros problemas que impiden reunir los documentos necesarios para el SOAT. “Jessenia no sabe leer ni escribir; no está inscrita en el Registro Civil y sus hijos tampoco. Esta es una historia inédita, con un drama terrible”, acota.
ANHELO
Mientras la parte legal se resuelve, las niñas y su madre continúan pasando necesidades en su pequeño cuarto, donde ni siquiera hay una cocina; la que tenían fue prestada por la propietaria de la casa, quien falleció el mes pasado.
“Cuando Jorge murió Jessenia tuvo que desocupar el cuarto porque ya no tenía para pagar la renta. Ella se fue con sus hijas y pidieron posada donde unos familiares. Sin embargo, antes de morir, la dueña de la casa se arrepintió de lo que hizo y le pidió a su hijo que busque a Jessenia y que le devuelva la habitación”, comenta Soria.
Pero Jessenia teme que nuevamente la vuelvan a desalojar del cuarto, porque lo que gana como vendedora de agua, dice, no le alcanza para pagar la renta y más ahora, que sus dos primeras hijas han iniciado clases en una escuela vespertina.
Por ello, la mujer pide ayuda para agilizar el pago de la indemnización y así poder comprarse un terreno y levantar su nuevo hogar.
Jessenia Ayala
ESPOSA DE FALLECIDO
“Desde que murió mi esposo vivimos momentos tristes. Si mis hijas y yo comemos es por mis vecinos y familia, pero no sé hasta cuándo podremos mantenernos así”.