En menos de una semana, las Fuerzas Armadas ecuatorianas hallaron en distintos sectores de la frontera norte los dos más grandes campamentos destinados como laboratorios para el procesamiento de drogas.
El pasado jueves se halló un laboratorio de unos 50.000 m2 en la frontera, en el sitio El Misterio, en Sucumbíos.
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El último campamento fue descubierto el pasado miércoles en el sector Campana, a 2 kilómetros de la frontera con Colombia, en el cantón San Lorenzo, Esmeraldas.
Una patrulla del Batallón de Infantes de Marina número 11 San Lorenzo descubrió una casa abandonada, a pocos metros del río Mataje y los militares entraron en sospecha al encontrar dentro comida caliente y las hornillas de una cocineta encendidas, además de municiones para fusil Fal.
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La patrulla empezó el rastreo de los sospechosos y encontró a casi un kilómetro más adentro en la selva, una nueva vivienda recientemente abandonada.
Los ocupantes de las casas habían construido un puesto de observación y tenían bidones para el almacenamiento de acetona, éter y gasolina.
En poco tiempo llegaron refuerzos de la Infantería de Marina y al peinar la zona descubrir en medio de la selva, a 2 kilómetros de la frontera con Colombia, doce edificaciones de madera que servían de campamento y hacía las funciones de una gigantesca bodega y laboratorio para procesar pasta base de cocaína.
La infraestructura, según los militares, la más grande y completa que se ha encontrado hasta el momento en el país, estaba bien planificada, pues tenía pasadizos que se comunicaban entre sí y estaban demarcadas las áreas de cocina, lavandería, departamento médico, dormitorios, bodega para el almacenaje de alimentos y otra con decenas de tanques con éter, gasolina y acetona, hornos, molinos, balanzas, una piscina de doce m2 y 4 m de hondo llena de éter con hojas de coca puestas a macerar.
El sitio, pese a ser de difícil acceso, contaba con servicios básicos. Tenía su propio sistema de potabilización de agua, energía eléctrica por medio de generadores, un cuarto de reparación y taller, con implementos y herramientas.
El campamento tenía además varios departamentos destinados a dormitorios con capacidad para 60 personas.
El capitán Jaime Ortiz, jefe del Batallón de Infantería San Lorenzo, dijo que se presume que el laboratorio funcionaba desde hace dos años.