“Es una enfermedad de contagio familiar, progresiva e incurable. Mi esposo era bueno, pero se convirtió en un ogro”, recuerda Natalia (nombre protegido), quien a los 20 años de casada fue abandonada con sus cuatro hijos por su esposo alcohólico.
Ella narra que alguien le recomendó asistir a AA. “Desde ese momento ya no me dejaba maltratar por mi marido, pero él no admitía que tenía una enfermedad y necesitaba ayuda”.
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Ahora Natalia tiene una visión optimista de la vida y sus hijos se han desarrollado profesionalmente gracias a la ayuda que recibe en Al-Anon, una comunidad a la cual asisten cónyuges y familiares de alcohólicos, donde ha encontrado el apoyo de personas para solucionar sus problemas comunes. Es independiente de AA y mantiene el anonimato.
Igual que ella, Emilia asistió luego, cuando ya no podía más con su matrimonio, su esposo la maltrataba y amenazaba con matarla. Ella acudió a la comunidad y luego de varias sesiones comprendió que debía ayudarlo.
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Actualmente él pertenece al grupo de Alcohólicos Anónimos y lleva diez años si probar alcohol, indica Emilia.
También existe otro grupo al cual asisten adultos (de 21 años en adelante) que son hijos de padres alcohólicos, quienes se han visto afectados.