Al vivir encerrados toda sus vidas, los hijos de Josef Fritzl con su hija no hablan y están enfermos.

Tras el abuso que cometió Josef Fritzl, de 73 años, al encerrar en el sótano de su casa en Austria, violar y engendrarle siete hijos (uno de ellos murió) a su hija Elisabeth durante 24 años, ella y su procreación enfrentan ahora complicaciones psicológicas y de adaptación.

Tres de los siete hijos de esta mujer, secuestrada por Fritzl en agosto de 1984 cuando tenía 18 años, nunca habían visto la luz del sol hasta el pasado fin de semana en que se descubrió el encierro. Los otros tres vivieron con Fritzl y su esposa Rosemarie en la misma casa luego que este inventara que su hija Elisabeth había huido de la casa y que les dejaba a sus hijos en la puerta de la vivienda para que los cuiden.

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El caso se descubrió luego que Fritzl llevó grave a un hospital a Kerstin, la mayor de estos tres hermanos secuestrados, de 19 años, ahora en coma y sometida a diálisis por el efecto de la falta de oxígeno. Fue llevada al hospital inconsciente y posteriormente sufrió convulsiones.

No tiene dientes porque nunca recibió un tratamiento odontológico.

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La suerte de su familia fue conocida después que los médicos, intrigados por su dolencia, pidieron públicamente a su madre que acudiera porque necesitaban su historial clínico.

Sus hermanos también permanecen asilados y con procesos de rehabilitación y adaptación. Presentan anemia, falta de vitamina D (que se adquiere con la exposición al sol) y en sus espaldas se evidencian jorobas ante el encierro y estrechez del lugar donde vivían, de 60 m² y con 1,70 m de altura. Esta joven al igual que sus dos hermanos, según investigadores en el caso, adquirieron su propio lenguaje al mezclar palabras que escuchaban en un televisor, con ruidos de animales, gruñidos y susurros.

El segundo de los hermanos, de 18 años, realiza pruebas para verificar daños en sus ojos y oídos a causa del encierro. La falta de aire en el lugar donde vivían era de tal magnitud que los agentes que han ingresado para investigar este suceso deben salir cada cierto lapso para recuperarse.

A los dos jóvenes que vivían confinados se suma el menor, de 5 años, quien se emocionó esta semana cuando pudo ver una vaca y también la luna, que al observarla, por primera vez en su vida, preguntó si acaso era Dios. Esta semana la familia se reunió por primera vez, Elisabeth, sus seis hijos (los tres que vivían en la casa de Fritzl y los tres que la acompañaban en el sótano), además de Rosemarie, la esposa del causante de la tragedia, cuya hija la exculpó.

Ellos celebraron el cumpleaños de uno de los niños.

En tanto, la policía llamó esta semana a unas cien personas que residen en la manzana de la casa donde vivían, para que aporten con datos que aclaren incógnitas sobre el cautiverio.

Las investigaciones también se efectúan dentro del sótano, cuyas dos puertas tenían un mecanismo con temporizador para facilitar su apertura si durante días no eran accionadas. Una puerta pesaba unas 700 libras y fue instalada después de 1983, cuando las autoridades aprobaron ampliar el sótano. En este lugar Elisabeth explicó que pasó los primeros meses atada, y los primeros nueve años en un área reducida de un solo ambiente y hasta 1993 su padre no creó otros espacios.

Tras la desaparición de Elisabeth Fritzl, en 1984 cuando ella tenía 18 años, a la casa donde ella vivía con sus padres Josef y Rosemarie empezaron a llegar cartas donde supuestamente ella relataba que había decidido huir para integrarse a una secta. En realidad su padre la obligaba a redactarlas.

En mayo de 1993 fue encontrada Lisa, de 9 meses de edad, en el edificio de apartamentos de la familia Fritzl, junto a una carta manuscrita de Elisabeth, donde explica a sus padres que ya es madre de una niña (Kerstin) y de un niño (Stefan), y que no puede ocuparse de la pequeña Lisa.

Dieciocho meses más tarde aparece de forma similar, en el mismo lugar, Monika, de 10 meses, y en agosto de 1997, se repite la situación con Alexander, de 15 meses.

En el 2003 Elisabeth F. escribió presuntamente una carta en la que informa que dio a luz a un hijo el 16 de diciembre del 2002, añade la policía.

El mes pasado Kerstin, de 19 años, gravemente enferma y en estado inconsciente, es dejada en la vivienda de los abuelos.

Tras ser hallada Elisabeth, la madre, aseguró que su padre la había violado reiteradas veces desde que cumplió 11 años y que en abril de 1984 la bajó al sótano, la narcotizó y la maniató con esposas, encerrándola en una habitación.

En 1996 dio a luz gemelos y ambos nacieron con vida, pero uno de ellos murió, aparentemente por falta de atención, poco después de su nacimiento. Su padre se llevó el cuerpo y lo quemó antes de sepultarlo.

Luego de estas torturas, Elisabeth, cinco de los niños y la madre de la víctima están sometidas a terapia individual, aun si están todos juntos en esa unidad psiquiátrica, pues “todos están traumatizados en diversos grados”.

Según el semanario alemán Der Spiegel, los hijos nacidos en los primeros nueve años fueron testigos de las violaciones continuas a las que su padre sometía a Elisabeth.

Fritzl está detenido y podría enfrentar cadena perpetua y ayer se reveló la posibilidad de que pudo tener un cómplice, pues uno de sus inquilinos dijo que un plomero acudía a realizar reparaciones al sótano.

Este caso de incesto ha causado conmoción en el mundo y se produce dos años después de la liberación de Natascha Kampusch, otra austriaca, ahora de 20 años, recluida por ocho años en un sótano cerca de Viena.

Opinión
Análisis psicológico

Un caso de psicópata
La psicóloga Sonnia Navas Gafter ubica a Josef Fritzl como un psicópata, ante el trastorno de la personalidad caracterizado por incapacidad para mantener relaciones plenas, afectivas, que considera a las personas como un medio para satisfacer sus necesidades, pues solo siente aprecio hacia sí, egocéntrico, manipulador, incapaz de empatía, finge emociones, no siente culpa, hay algo que le impide aceptar normas, se diferencia de las enfermedades mentales por su capacidad para planificar, usar estrategias y premeditar sus ataques, mientras que en las enfermedades mentales los delitos se cometen llevados por alucinaciones, pérdida de juicio, entre otros motivos.

En cuanto a lo familiar, los protagonistas han sido desensibilizados a tal punto que deben estar inmersos en el sistema, probablemente ya se sientan identificados con el estilo y perfil del psicópata.