Esa visión con  base en la libertad es correcta; sin embargo, considerando que existe un elevado porcentaje de adolescentes de 15 a 18 años, quienes de algún modo logran infiltrarse en las salas de juego y quienes sumergidos en ese mundo seguramente terminarán mal enfocando el gran sacrificio que se hace para ganarse la vida trabajando, hay que tener mucho cuidado. Bien aparece en las cajetillas de cigarrillos la advertencia “Fumar mata” y en las botellas de licor “El consumo excesivo de alcohol es perjudicial para la salud”.

Y en los casinos, ¿dónde dice que existe una advertencia a la adicción al juego compulsivo llamada ludopatía?, ¿quién se responsabiliza por este tipo de adictos?

La Asociación Americana de Psiquiatría considera al ludópata como un enfermo mental. ¿Dónde están los centros de rehabilitación? En Panamá, en el año 2006, el diputado Jorge Rubio quiso establecer una ley a través del Congreso Nacional para que quien ganara menos de $ 800 no pudiera ingresar a un casino.

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En Venezuela se determinó que solo existan en la isla Margarita. En México, a pesar de ser un país desarrollado, todavía se debate en el Senado la conveniencia social de abrir o no los casinos. Y nosotros, un país con falta de plazas de trabajo (si no consultemos con los familiares de los emigrantes), y nulos en las campañas de prevención a la ludopatía, por el contrario, seguimos fomentando este tipo de centros a pretexto del turismo. No, guayaquileños, digamos no al casino del malecón.

Álex Kalil Quevedo,
Guayaquil

Si se insiste en querer hacer un casino en la regeneración, que lo pongan en la Zona Rosa, apartado de los sectores residenciales e industriales, pero no en el malecón Simón Bolívar junto al  muelle del río Guayas.

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Guayaquil les agradecería si montaran muy bien en su lu-gar, en el malecón, un teatro al aire libre donde haya actividades todo el día de diferentes géneros artísticos, gratuitas de lunes a lunes, para el público en general.

Nelia Cobos,
estudiante, Guayaquil

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Cualquiera que visite Las Vegas (Estados Unidos) constatará que ahí no hace falta corbata para entrar a mirar cómo los otros pierden y ganan.
Para el casino lo que cuenta son los beneficios finales; a nadie le piden identidad ni le preguntan si va a jugar. El Estado se beneficia de lo depositado en el juego.

Los casinos se extienden por todo el planeta. Los hay populares y no tanto, pero eso poco importa al ludópata que siempre encontrará lugares de juego a su medida, sin dar un céntimo al Estado. De ahí la prohibición de las clandestinas apuestas. Del casino de Guayaquil estaré siempre a favor; de otra forma el dinero saldrá con destinos menos provechosos para el país.

Miguel Fernández,
Almería, España

Antes que algún casino terrestre o acuático, quiero museos, teatros, bibliotecas ya sea que los construyan sobre la tierra o el agua, en Guayaquil.

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Queremos obras lindas no solo por su arquitectura sino por la función que den al pueblo.

¿Y qué busca y pide el pueblo? Distracciones familiares en parques, miradores, casas museos, salas de conciertos, cines abiertos, ciclovías para andar en bicicleta con amigos, plazas culturales.

Ana Julia de Rosado,
Guayaquil