Un debate sobre distribución de la tierra que hizo reaparecer el concepto de reforma agraria en América Latina como fórmula para combatir el aumento del costo de los alimentos, centralizó ayer la cita regional de la FAO que se realiza en Brasilia.
La FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, consideró a América Latina como la región “más desigual del mundo” y ratificó ayer como “asunto de emergencia” su plan América Latina y el Caribe Sin Hambre, propuesto por Brasil y Guatemala en el 2005 y adoptado en el 2006, que apunta a políticas públicas para reducir la miseria del campo.
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Según la FAO, 52,1 millones de personas –el 10% de la población de América Latina– padecen hambre, pues aunque la región produce 40% más alimentos de los que necesita para abastecerse, es líder mundial en desigualdad social.
Cuando el debate concluía, miembros de movimientos sociales irrumpieron para denunciar la “injusta distribución de la tierra” en Latinoamérica.
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Su portavoz, María das Graas Amorim, señaló que la FAO debe promover “una reforma agraria masiva, amplia e integral” para erradicar el hambre y la miseria del campo.
José Graziano da Silva, director regional de la FAO, admitió que la distribución de la tierra en América Latina exhibe “los mayores índices de desigualdad del mundo” y que la reforma agraria es un imperativo.
“La reforma agraria era un fantasma del pasado que retorna con mucha fuerza, porque se percibe que es la garantía para la alimentación de los pueblos”, dijo Francisca Rodríguez, de la Asociación de Mujeres Rurales e Indígenas de Chile.