El Municipio de Guayaquil es uno de los que no acatan esa norma jurídica, prosiguiendo con la construcción de un casino en el Malecón.
Detrás de esta ley hay un fundamento. El juego de apuestas es un vicio que atrapa a los seres humanos, de manera especial en su juventud, y los puede matar, como el cigarrillo. No es una actividad inofensiva.
Practicarlo no es un derecho sino un privilegio que la sociedad lo concede exclusivamente en casos especiales. Muchos estados del mundo lo prohíben completamente y lo castigan con severidad.
Nuestro país resolvió hace mucho que aquí el juego de apuestas solo se lo practicaría en hoteles de lujo. No es hora ni momento para cambiar esa tradición, y mucho menos violentando una ley vigente.