Dolores Quintero lidera la asociación Mujeres de Lucha, que formó para buscar mejoras.
Crear microempresas, alcanzar servicios como agua potable y dialogar con pandilleros para que terminen los enfrentamientos a bala. Estos son algunos de los logros de Dolores Quintero, una mujer de 54 años que desde hace diez decidió emprender cambios en su barrio de Cristo del Consuelo.
Ella formó la asociación Mujeres de Lucha y junto a 17 vecinas trabaja en los negocios que han levantado: tienda, panadería, huerto, peluquería y comedor.
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Hoy, en el Día Internacional de la Mujer se debate cuánto espacio ellas han ganado en su entorno.
Quintero inicia su jornada entre las actividades de una tienda y la supervisión de una panadería, dos microempresas que forman parte de los cambios que empezó a liderar hace diez años entre los vecinos del barrio.
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Esta mujer, quien actualmente preside la Asociación Afroecuatoriana del Ecuador Mujeres de Lucha, recuerda que la institución nació debido a los problemas en su sector. “Los hijos de las vecinas estaban en las pandillas, no tenían trabajo, muchas de las mujeres de este lugar eran maltratadas por sus maridos. Eso no era vida”. Agrega que ella también fue una víctima de todo eso.
“Un día ya no soporté más. Mandé a mis hijas a llamar a las vecinas para que se reunieran en mi casa y así juntas luchar contra estos problemas”.
Unas 38 amas de casa acudieron al llamado de doña Lola, como la llaman cariñosamente sus vecinos. Luego de la reunión las mujeres decidieron abonar cada una dos sucres.
“Con lo recaudado destinamos un sucre para comprar comida y el otro quedaba en efectivo. Y cuando nos reuníamos (cada ocho días) sorteábamos eso entre todas y de esa manera nos ayudábamos para tener algo de ingreso”, sostiene Dolores, quien dice que con esta actividad su vida y la del resto de sus vecinas empezó a cambiar.
Quintero reconoce que por años su sector fue peligroso. “Hablé con el líder de una pandilla porque por aquí siempre había balaceras. Yo fui a la casa de él y conversamos por varias horas. Luego de eso me dijo, madrina, hasta hoy hay peleas”, señala.
Este no ha sido el único logro que Dolores ha conseguido para su barrio.
Agrega que para la pavimentación de las calles y la obtención del servicio de agua potable tuvo que realizar una larga travesía.
“Esto era lleno de lodo. No teníamos nada de calles y el ser pobres no era para que vivamos en la miseria y decidí acercarme al Municipio”.
Dolores manifiesta que al llegar al Cabildo, hace ya nueve años, le sorprendió lo que ahí le dijeron. “Pero ese barrio (Cristo del Consuelo) no existe en el mapa, ese sector no está aquí”. Actualmente lo recuerda entre risas, pero en ese momento la desesperación la invadió.
Ella señala que antes de tener las calles terminadas, primero pusieron cascajo y luego de ello vino la pavimentación.
“Ahora es diferente caminar por aquí. Antes uno se metía en el lodo y se ensuciaba, pero ahora está todo asfaltado”.
Pero lo más duro –señala– fue todo lo que tuvo que pasar antes y durante la instalación del servicio de agua potable.
Señala que al igual que en el Municipio, en Interagua también le dijeron que su sector no constaba en ninguno de los planos de la ciudad.
Agrega que luego de esa respuesta insistió en la concesionaria sin obtener un resultado positivo.
Después de varios días de visitar dicha dependencia decidió buscar al alcalde, Jaime Nebot, para que la ayude.
“Un día me entrevisté con él y le conté en qué estado nos llegaba el agua. Le dije que de los propios tanqueros el agua venía con gusanos y que así nos tocaba beberla. Él enseguida firmó un papel y lo dirigió a Interagua; al día siguiente ellos ya estaban trabajando en el sector”.
Recuerda que unos días antes de habilitarles el servicio a todos los moradores se les robaron una bomba de agua. “Ya estaba todo listo, solo faltaba abrir esa bomba y el agua llegaría a las casas por las llaves y no por tanqueros”.
Al final –indica– el joven que cometió el robo se arrepintió después de hablar con ella y entregó la bomba.
Mientras Dolores trataba de buscar mejoras para su barrio, nunca abandonó al grupo de mujeres luchadoras, con las cuales formó un comedor, una peluquería y un huerto, otros proyectos del sector.
Detalles
Curso
Una estadounidense y una noruega imparten clases de inglés y de teatro a los niños y jóvenes del barrio.
Peluquería
La peluquería está cerrada porque no encuentran una persona preparada en el área de belleza.
Bolones
Hace algunos meses se venden bolones en los exteriores de la tienda Mujeres de Lucha.