El jueves 21, a las doce del día, regresaba a Salinas y a medio kilómetro del redondel que conduce a Playas, un burro embistió mi coche. El animal estaba parado en medio camino azotándose con el rabo, los bichos que seguramente en el monte le molestaban.

Aunque ya tenemos una autopista de cuatro vías Guayaquil-Salinas, peligrosamente todavía hay animales en pleno camino.

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El accidente fue porque el conductor de un automóvil que venía por la otra vía, pitó, y el burro se asustó y se abalanzó sobre mi coche; mi chofer le hizo el quite como torero, mas no hubo tiempo de sacarle “tarjeta roja”, y por supuesto, dejó mi vehículo muy estropeado. Esta carta la escribo, primero, para prevenir a los viajeros de fin de semana de la presencia de  burros, chivos y vacas por esta área; hay que entenderlos, pues el país “ya es de todos”, además estoy sorprendida, pues nunca apareció un miembro de la CTG (Comisión de Tránsito del Guayas) que supuestamente a esa altura del camino todavía ejercen autoridad.

Segundo, consulté a la compañía que me vendió el SOAT (Seguro Obligatorio contra Accidentes de Tránsito) y definitivamente no cubren burros.

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Pocha Granja F.,
Guayaquil