Aquella escena trágica en la que el 20 de abril de 1989 dos individuos vestidos con uniformes militares irrumpieron en el departamento 211, del bloque 3 de la ciudadela La Atarazana, y asesinaron a su madre, su tía y un amigo de ambas, había marcado la vida de Carlos Eduardo Alcívar Moreno, tanto, que la madrugada de ayer, casi 19 años después del triple crimen, una sobredosis de heroína lo mató.
El cuerpo del joven de 23 años, que era chef profesional, apareció en las calles Carchi, entre Domingo Savio y Chambers, al suroeste de la ciudad. En ese lugar, al que sus residentes lo califican de “nauseabundo” por la acumulación de basura y además prima la inseguridad, –suponen agentes de la Policía– fue lanzado luego de que perdió la vida, al inyectarse heroína. Una jeringuilla estaba junto a su cuerpo y en un antebrazo una marca de aguja.
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Horas después del hallazgo, familiares, amigos y hasta compañeros que tuvo en los centros de rehabilitación para drogadictos a los que acudió comentaron que, aunque sus recuerdos no eran claros, él siempre hablaba de ese momento trágico. Incluso repetía: “Si mi madre estuviera viva, seguro jamás hubiese consumido drogas”.
Se lo dijo a David Mina, uno de sus maestros en las charlas de motivación en la Fundación Paladín de donde Carlos Eduardo salió hace nueve días. Lo hizo con permiso especial, pues dijo que iba a denunciar la pérdida de su cédula de identidad para obtener otra con la intención de recuperar un trabajo que abandonó. Pero jamás volvió a la clínica donde buscaba rehabilitarse hace seis meses.
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En ese lugar, refirió Mina, él también aprendió a no sentir rencor hacia su padre, Carlos Galo Alcívar Calderón, alias Cholo Sotil, quien en 1994 fue acusado como autor intelectual del asesinato de Peggy y Miriam Moreno y de Reynaldo Villegas, por lo que fue sentenciado a 14 años de reclusión extraordinaria. En el incidente también resultó herida María Solís, que cuidaba a Carlos y a su hermana Evelyn, de 2 años, a quienes –dijo– ella protegió.
Uno de sus familiares comentó ayer que después del triple crimen, cuando los policías llegaron al departamento, el niño, que entonces tenía 5 años, estaba en el cuarto de baño junto al cuerpo de su madre. “Le limpiaba la frente con algodón, decía que la estaba curando”, expresó con impotencia, y lamentó que la vida de su familia esté marcada por la tragedia.
Cerca de ella estaba el Cholo Sotil, quien prefirió no dar detalles de lo sucedido a su hijo. Eso sí, cuando se le preguntó por qué el joven tenía una jeringuilla y aparentes huellas de haberse inyectado alguna droga, dijo que era adicto. Pero que estaba en un centro de rehabilitación y que había superado en algo su problema, pues incluso en los últimos días le daban permiso para ir a trabajar.
Carlos Eduardo, según familiares y amigos, había comenzado a consumir drogas desde los 15 o 16 años. “Para él era difícil recuperarse”, indicó uno de sus instructores. “Tenía muchos problemas personales y un profundo trauma: haber presenciado la muerte de su madre”, sentenció. Lo más complicado, según él, es que el joven siempre tuvo la oportunidad de consumir drogas caras, como la heroína. Al final dijo: “Sufrió mucho. Nadie se imagina cuánto. Seguro ahora Dios lo recogió”.
APUNTES: Información
Deterioro
Ayer, el médico forense Juan Montenegro indicó que el organismo de Carlos Eduardo Alcívar Moreno estaba deteriorado por el uso de drogas, por más de siete años, según su familia.
Muerte
Una insuficiencia pulmonar, producida por un edema, y el ensanchamiento del corazón habrían originado el deceso del joven que tras la muerte de su madre residía con su abuela materna al sur de la ciudad, en Las Acacias.
Detención
Después del crimen, Carlos Alcívar, alias Cholo Sotil, fue detenido a las 18:00 del 20 de abril de 1989, el mismo día de la tragedia para las familias de Peggy y Miriam Moreno, y de Reynaldo Villegas.
Pago
Las investigaciones determinaron que Alcívar Calderón, un comerciante con posibilidades económicas, había pagado 2.000 dólares por asesinar a su esposa, de quien estaba separado, y Villegas, nueva pareja de ella.