Desde los albores de la ciudad las funerarias sirven a todos los estratos sociales y varios de sus propietarios legaron a sus familias el negocio, por lo que hay apellidos fácilmente identificables con la importante actividad.

Aunque las costumbres de velación y sepelio de un cadáver cambiaron en las últimas décadas del siglo pasado, resulta imposible olvidar los nombres de las agencias funerarias, pompas fúnebres o simplemente funerarias cuando repasamos los alcances de tal servicio que es ineludible en el tránsito vital de cualquier ser humano y, en el caso de referencia, al vecino del Puerto Principal.

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Si bien van quedando para el recuerdo los cortinajes negros, plomos o blancos  que a la entrada de una casa servían para anunciar si allí se velaba a alguna persona de mayor edad o niño, y el uso del botón negro en el bolsillo de la camisa o la banda del mismo color en el brazo para avisar a los demás de que su interlocutor estaba de luto, la labor de las funerarias continúa vigente y por ello hay guayaquileños que recuerdan con cierto aire de gratitud y hasta orgullo que la mayoría de sus parientes fallecidos contaron con el aporte de esos establecimientos o negocios para llegar como es debido a su última morada.

Desde que se conoció la atención de las agencias funerarias estas hicieron constar una larga lista de servicios a sus favorecedores: elegantes coches, carrozas tiradas por  caballos o mulas, cargadores, plañideras, cajas o cofres de madera de acuerdo con los recursos del cliente, ofrendas florales, etcétera. Posteriormente, con la modernización se establecieron y ampliaron tales servicios y hubo las carrozas motorizadas, cajas o cofres metálicos, avisos en los periódicos, misas de cuerpo presente y otras novedades que la gente trajo después de sus viajes al exterior.

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En la actualidad existen compañías y corporaciones dedicadas a la administración de cementerios y camposantos, que adicionalmente brindan los múltiples servicios relacionados con estos casos. Se ofrecen diferentes alternativas y se dan facilidades de pago; algunas funerarias abren crédito inmediato si el extinto fue afiliado al Seguro Social o socio de alguna institución que le otorga un determinado fondo mortuorio.

 Por lo general, la mayoría de los servicios exequiales que ofrecen las corporaciones constan de cofre, sala de velación, café o agua aromática para los asistentes, carroza, formolización, cargadores de servicios, capilla ardiente, trámites de Sanidad y Registro Civil, arreglo floral, cargadores de sepelio, atachés, bóvedas, lápidas, cremación, misa, organista y cantante y seguro de desgravamen. Las funerarias hacen los trámites de compra de bóvedas, la confección de lápidas, exhumaciones, inhumaciones y adicionan mensajes radiales o avisos por los periódicos. Un buen número de ellas se ubica en los alrededores del hospital Luis Vernaza y del hospital del Suburbio y otros centros de salud, para que los deudos tengan más a la mano la contratación de los servicios exequiales.

En cuanto a los nombres antiguos y recientes de las agencias funerarias o pompas fúnebres porteñas existe un buen número de ellas, que incluye a la Junta de Beneficencia de Guayaquil, Asisclo G. Garay, Francisco Izquierdo, Modesto Moncayo, Alberto Reyes, José J. Gavilanes, José Lupercio Castillo, Víctor Garcés, Juan Larreta,  N. Torres, Juan Díaz, I. Torres, E. Alache, F. Alache, E. Alache E., Alache de Alvarado, Vargas Z., Córdova, Ortiz Tutivén, León, Córdova, Chuchuca, G. Fuentes, Garay, González, Minda Cedeño Hnos., León, Olivares, entre muchos otras que están ubicadas por distintos sectores de nuestra metrópoli para atender a quienes acuden en cualquier momento.

Algunos miembros de la familia Alache son muy populares por dedicarse a esta actividad; Modesto Torres Alvarado prácticamente patentó el calificativo de El Cónsul del Cielo, por los avisos de su funeraria que hacía difundir a través de radio Cristal. La Beneficencia Municipal mantuvo por largos años un servicio de pompas fúnebres que fue requerido por la comunidad.

Como testimonio del servicio de las agencias funerarias o pompas fúnebres el 7 de julio de 1930 se publicó este aviso en Diario EL UNIVERSO: “La funeraria de Moncayo avisa que hoy (mañana y tarde) recorrerá la ciudad, en exhibición, la moderna auto-carroza adquirida por esta casa”.