El suizo Roger Federer, número uno mundial,  respondió de manera magistral a quienes se preocupaban por su salud, aplastando ayer al argentino Diego Hartfield 6-0, 6-3, 6-0, para confirmar que  sigue siendo el gran favorito en el Abierto de Australia.

Federer no podía iniciar su conquista de un decimotercer título de Grand  Slam de la mejor manera. Víctima de un virus gástrico, tuvo que renunciar al  torneo de exhibición de Kooyong, única prueba inscrita en su programa de  preparación.

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Enfermedad
Pero viendo a su ídolo martirizar al pobre jugador sudamericano, los espectadores que no estuvieran al corriente no habrían imaginado que Federer se sentía  demasiado débil hace menos de una semana para sujetar una raqueta.

Claro, que el suizo podía haber pasado una prueba más difícil que ante el 107º  mundial, a quien conocía por haberlo derrotado en la primera ronda de otro  Grand Slam, Roland Garros, hace dos años.

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Su próximo partido, ante el francés Fabrice Santoro, que cuenta desde ayer con el récord de participaciones en torneos Grand Slam (62º), será quizás más  serio. “Tengo un buen balance contra Santoro (siete victorias). Pero es un  jugador difícil. Es un gran estratega que tiene  una experiencia enorme. Pero creo que sé comó jugarle”, comentó Federer.

OTROS RESULTADOS
Si Federer demostró estar en forma, sus principales rivales en su parte del  cuadro, el serbio Novak Djokovic y el argentino David Nalbandian, también.

Djokovic eliminó en tres sets, 6-0, 6-2, 7-6 (7/5), al alemán Benjamín  Becker, número 81 mundial, conocido por haber puesto punto final a  la carrera del estadounidense Andre Agassi hace dos años.

Nalbandian, protagonista de un fulgurante retorno en otoño (boreal)  en los Masters de Madrid y París-Bercy, donde en ambas ocasiones derrotó en su  camino hacia la victoria a Federer, eliminó al desconocido australiano Robert  Smeets por 6-1, 6-1, 7-6 (7/3).