Desde la segunda vuelta electoral, aun sabiendo que llevaba las de ganar, se transformó en pendenciero e insultador, y eso fue en aumento porque la campaña continúa. Nadie le refuta nada; entiendo que por temor a las represalias, prisión o cuantas cosas más que en su devaneo presidencial puede hacer a quienes se atreven a contradecirlo. Yo temo solo a Dios. Mi padre me enseñó a decir la verdad; me decía que por ella se vive y muere. En cuanto al miedo, también me dijo: “el hombre debe saber de qué y de quién corre”.
Bertha Cervantes García,
Esmeraldas
Debe terminar ya el imperturbable aguante guayaco ante tanta y constante provocación y cuestionamientos del gobierno, a toda obra modernizadora que deleita y beneficia a toda una nación del Tercer Mundo.
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Ayer criticaron los nuevos malecones por su muy limitada regeneración urbana; sus modernos y confortables parques; hoy critican a su gente, a la Comisión de Tránsito del Guayas, a su nuevo aeropuerto; mañana su metrovía, su moderna terminal terrestre...
Ante el total olvido del Estado de sus deberes y obligaciones con el pueblo, en especial con los más pobres, nuevamente Guayaquil y su linda gente enfrenta la desidia y emprende el anhelado gran cambio desbaratando desde los cimientos a la corrupción, promoviendo y logrando metas en salud, educación, medio ambiente, mejorando la autoestima ciudadana en pocos años. Esto provoca envidia de unos pocos, quienes abonan el suelo para el combate callejero, el enfrentamiento entre hermanos y la división de la patria. Se continúa ofendiendo al laborioso guayaquileño.
Hace mucho se nos agotó la paciencia ante tremenda e irracional sarta de ofensas contra Guayaquil y su gente, por lo que desde hoy les reclamaré junto a toda mi barriada: la terminación del puente de la calle Gómez Rendón y el estero; el arreglo del Puente de la Unidad Nacional; la licitación y construcción del cuarto tramo del puente que nos une con Durán; el abaratamiento de los víveres, insumos agrícolas, gas doméstico.
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Fernando Renella Coll,
Guayaquil