Mediante la tradición oral se ha ido acrecentando la devoción a una imagen, que es llevada desde Manabí a diversos domicilios durante todo el año. Mañana irá a la casa de la familia Bravo, sus dueños, por solo 24 horas. Miles de fieles se concentran para venerarla. En el corazón de un caracol de ocho centímetros de alto está impregnada la figura de un niño. En la campiña manabita se dice que fue hallado hace unos 150 años y con el paso del tiempo ha adquirido divinidad. Conocido como el Niño Caracol se le atribuyen milagros y castigos y sus devotos se inscriben para tenerlo en sus casas, una creencia que es parte de la gran gama de expresiones de fe que se dan en Navidad.