Aurelian anunció el descubrimiento de la reserva aurífera más grande de Ecuador y una de las más importantes del mundo en medio del apoyo y el rechazo.
A Los Encuentros, parroquia rural del cantón Yantzaza (Zamora Chinchipe), bien podría llamársela la moderna El Dorado, de la época de la conquista, pues en sus entrañas se ha descubierto una mina que –se estima– esconde más de 14 millones de onzas de oro (con un precio promedio de $ 11.480 millones en el mercado internacional) y 22 millones de onzas de plata ($ 352 millones).
Con esos recursos bien se podría financiar el presupuesto del Estado o cancelar la deuda externa. Pero quien se llevaría casi todas las ganancias, según la ley actual, sería de la firma que halló la reserva: Aurelian Resources Inc. de Canadá.
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Mariana Fierro y otros pobladores del lugar, que viven modestamente de la agricultura y ganadería, no conocen mayores detalles de la existencia de la mina que, según el periódico internacional de negocios Financial Times, es uno de los depósitos auríferos más grandes del mundo. Por el momento, Aurelian admite que espera reglas de la Asamblea Constituyente sobre las regalías.
El Dorado dejó de ser un mito para los pobladores de Los Encuentros.
Así. De un día a otro. Aquellos desgastados relatos que, de generación en generación, describían un reino de incalculables reservas de oro –donde el valioso metal era tan común que hasta se despreciaba– se muestran más cercanos y vigentes.
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En la época de la conquista española, en el siglo XVI, la selva amazónica acogió a decenas de exploradores que buscaban en ella la llamada ‘ciudad de oro’, una leyenda que empezó a tejerse luego de la llegada de Cristóbal Colón a América, en 1492.
Hoy, en pleno siglo XXI, la fantasía se volvió certeza, aunque El Dorado no emerge como una ciudad, sino como un yacimiento aurífero, cuyos recursos serían suficientes para financiar el presupuesto general del Estado e incluso cancelar casi toda la deuda externa. Esta vez el relato no incluye a conquistadores españoles, sino a empresarios de una compañía canadiense: Aurelian Resources Inc. que, con las leyes tal como están, se quedaría con todas las ganancias.
Los Encuentros, parroquia del cantón Yantzaza (Zamora Chinchipe), bien podría ser El Dorado de la época de la conquista, pues –quinientos años más tarde– la compañía estima que su suelo esconde más de 14 millones de onzas de oro (con un precio promedio de $ 11.480 millones en el mercado internacional) y 22 millones de onzas de plata ($ 352 millones). Esta proyección podría duplicarse.
Mariana Fierro no sabe de cifras. Entre sus plantaciones de caña y su criadero de gallinas se mantiene ajena a las noticias difundidas por el Financial Times.
El periódico internacional de negocios describe al yacimiento –que se ubica a menos de 30 kilómetros del lugar donde ella reside hace ya cuarenta años– como uno de los depósitos auríferos más grandes del mundo.
El diario cita a una fuente cercana a Newmont, un ‘gigante’ entre las mineras internacionales, que asegura que “un descubrimiento de este tipo solo se da una vez en una generación”.
De ahí que –según el Financial Times– la empresa tenga interés en adquirir el proyecto Fruta del Norte, como se denomina este yacimiento de oro, el más grande del país. Actualmente está en la fase de exploración avanzada, paso previo a la explotación.
Precisamente este paso está marcado por la incertidumbre, pues la Asamblea Constituyente –con Alberto Acosta, uno de los más críticos de la explotación minera, como su virtual presidente– deberá definir las nuevas reglas. El propio presidente Rafael Correa anunció la revisión de 4.000 concesiones mineras que abarcan 2,8 millones de hectáreas, no pagan regalías al Estado y que –según él– solo reconocen valores mínimos por la tierra. De hecho, las compañías cancelan entre $ 1 y $ 16 por hectárea concesionada, según sus años de actividad. Los valores se mantienen. Da igual si la empresa encuentra oro o basura.
Aurelian admite que las reglas tienen que cambiar y que el Estado debe recibir regalías, dice David Larenas, coordinador de Comunicación de la empresa. De ahí que esperan una definición de la Asamblea, aunque ya notificaron los resultados de la exploración al Ministerio de Minas. El subsecretario de Minas, José Serrano, encargado de esta cartera, señala que el Ministerio debe realizar un análisis de certificación y verificación. “Lo que sí vamos a hacer es a requerirle más información técnica”. Serrano señala que se buscará determinar si empresas mineras han iniciado procesos de especulación, aunque dice que lo más importante es establecer cómo se beneficiará el Estado.
María Utitiá se mantiene ajena a la problemática. Solo sabe que desde que Aurelian se instaló hace cuatro años cerca de su vivienda –a diez kilómetros del barrio El Zarza– cuatro de sus diez hijos pueden recibir educación. Antes no había los profesores suficientes en la escuela Seis de Octubre y el colegio a distancia El Zarza. Ahora la compañía les entrega mochilas, útiles y regalos en Navidad.
“Vecinos dicen que la empresa puede contaminar, pero nos han dado cosas”, relata Utitiá al pie de su casa de madera que luce más pequeña desde que junto a ella Aurelian construyó “el estadio”, como llaman los moradores a la cancha de fútbol. Aurelian también equipó un subcentro de salud, arregló la iglesia y construyó una casa comunal con computadoras y baterías sanitarias. Allí se celebran reuniones con los pobladores.
El esposo de Utitiá trabaja “por jornadas” para la compañía, al igual que el de Betty Castillo y otros 600 habitantes, según el Comité Productivo de Los Encuentros, creado por los moradores hace 90 días para ser el nexo entre Aurelian y los tres mil residentes de los 22 barrios de la parroquia. “Estamos de acuerdo, pero al menos el 50% de las ganancias que reciba el Estado en la explotación debe quedarse aquí”, refiere Castillo.
Para “rotar” los puestos, algunos cuentan que solo trabajan quince días; el resto descansan. José Miguel López, uno de los empleados “por jornada”, indica que reciben un sueldo de $ 305. Junto a él, dos de sus hijos prestan sus servicios a la empresa.
Miguel Ochoa, en cambio, rechaza esta contratación, pese a que su hijo Luis también trabaja para la compañía. Afirma que Aurelian solo busca el apoyo de las comunidades para que el Gobierno dé paso a la explotación. Al igual que Ochoa, Mariana Fierro no participa en las reuniones que el equipo de Relaciones Comunitarias de Aurelian tiene con pobladores. Fierro, activista comunitaria vinculada a luchas ambientales en la provincia, lo resume así: “El pan de hoy es el hambre de mañana”.
“Es verdad que la gente hoy tiene trabajo, pero no es duradero. Nos dejarán el cascarón. Un sueldo no es la forma de ayudar, como lo es incentivar el trabajo en la tierra”, reflexiona Fierro, pese a que –dice– quince parientes laboran en Aurelian.
El presidente del Comité Productivo de Los Encuentros, Édgar Salinas, tiene otro criterio: si la empresa ya obtuvo el permiso del Estado para explorar, ¿por qué no sacar beneficios? “Si tenemos recursos hay que explotarlos, pero sustentablemente”.
Aurelian tiene 39 concesiones en 95 mil hectáreas y explora desde el 2003. Su campamento se ubica a orillas del río Machinaza, en la vertiente norte de la Cordillera del Cóndor. Mientras unos apoyan su actividad y otros la rechazan, la empresa asegura que ha invertido más de $ 30 millones en el país y, si explota el recurso, serán $ 700 millones.
En tanto, ya comenzó a repartir folletos con una nueva leyenda: “La minería es de todos”.