Se supone que cada sentido del cuerpo tiene su función plenamente determinada dentro del mapa corporal. Es vox populi, conocidísimo por todos. La piel siente, el oído escucha, la nariz huele, la boca saborea, los ojos ven. Sin embargo, la asignatura de anatomía obvió un pequeño detalle: el poder de las emociones expresadas en los cinco órganos de los sentidos.
Audaces
Aunque suene a falsedad, la mirada ha modificado sus objetivos a través de los años. Gracias a la prudencia la gente ahora opina menos en palabras y más con la vista. Los ojos dejaron sus prendas lineales para mutarse en audacia, temor, picardías, amor, odio, rebeldía, prepotencia, delatores, búsqueda e ignorancia.
Antiguamente solo los adultos podían lanzar esas miradas intimidantes a sus hijos cuando eran malcriados. Los niños tenían prohibido levantar la vista a sus padres, peor aún expresarles el coraje que sentían. Asimismo, los jefes con solo una mirada ubicaban en su puesto a cualquier empleado irresponsable. Las jóvenes se hacían las desentendidas si algún muchacho las coqueteaba con la mirada. Eran incapaces de ver de frente, mucho menos insinuar que la atracción pudiera ser correspondida a futuro.
El contacto visual directo solo estaba contemplado en ciertas ocasiones y a veces catalogado como una falta de respeto.
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Los tiempos transcurrieron y con ello la apertura a la expresión máxima de las emociones. Las miradas se volvieron expresivas acompañadas de gestos muy comunicativos. El mundo de las relaciones interpersonales basa su fundamento en el diálogo mirando de frente. Ver a los ojos es sinónimo de educación, respeto y debida atención prestada. Con la mirada se demanda, se cuestiona, se perdona, se aprende. Todo depende de utilizarla más que para observar.
Fuentes: Libro Cómo ganar amigos, sociólogo Rafael Quintero, psicólogo Sergio Paz.