A propósito de la traición de que ha sido objeto nuestra amada provincia, particularmente Guayaquil, creo necesario que la ciudadanía que vive y ama a esta ciudad y provincia tome conciencia de lo que debemos hacer para mantener viva la flama de civismo, el coraje, valor e hidalguía que ha sido la característica de su gente.

Jamás debemos olvidar y menos perdonar a quienes han contribuido para cercenar a la provincia del Guayas, para lo cual propongo un movimiento de rebeldía cívica que recaude los fondos necesarios para construir una enorme placa de bronce macizo, en la que se deje para siempre impreso en letras  grandes el nombre de todos aquellos malos guayaquileños que con sus acciones y votos hicieron posible que se consumara la aleve traición desmembradora. La placa que propongo debe ser ubicada en uno de los sitios de mayor concurrencia, a fin de que sea leída  por la mayor  cantidad de personas que lo visiten.

De este modo se asegurará que la conciencia pública jamás olvide a los traidores y que estos nunca más pretendan ser nuestros líderes o conductores.

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En cuanto al hecho cierto que ahora a Guayas y Guayaquil solo nos queda el balneario de Playas, Posorja y otros del mismo sector, virando la negra página de la traición, debemos obligar a nuestras autoridades del cantón y la provincia, a impulsar acertadamente el desarrollo de las playas que nos quedan, para convertilas en la cita y encuentro obligado de los guayaquileños y guayasenses, especialmente.

Debe ser tarea de cada ciudadano recordar a nuestras autoridades y muy particularmente al Prefecto del Guayas, a emprender sin demora ni pausa  la obligación de viabilizar el desplazamiento y disfrute de nuestras playas.

Propongo que “Si amas a Guayas, vacaciona en Playas” se constituya en el eslogan de los guayasenses, para lo cual invito a las imprentas a confeccionar afiches de todos los tamaños con esta leyenda para que en cada casa y lugar público los ciudadanos los exhiban orgullosamente. Por lo demás, templemos este espíritu rebelde que nos ha caracterizado, hagamos flotar nuestra hidalguía y esforcémonos para que en nuestros corazones no alberguemos sentimientos de odio ni revancha, pero sí desprecio imperecedero  para los traidores.

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Silvio Sernaqué Coronel,
doctor, Guayaquil