Soy residente de La Atarazana por más de 40 años. Los moradores de la citada ciudadela hace aproximadamente unos diez meses estamos intranquilos y temerosos por los continuos asaltos a mano armada de que hemos sido víctimas por gente indeseable y de mala calaña al pie de nuestros domicilios.
El viernes 19 de octubre del 2007, siendo las 22:30 y en momentos en que me encontraba conversando con dos hijos míos fuimos vil y cobardemente asaltados por dos individuos bien vestidos y sin que, por su apariencia, demostraran ser vulgares delincuentes.
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Lo grave del asunto es que en ese sector existe un Puesto de Ayuda Inmediata (PAI) con apenas un miembro y según información que he podido recabar, cuando se ha llamado para la correspondiente ayuda la contestación ha sido: “Sí, ya sabemos quiénes son”, o como sucedió conmigo cuando fui personalmente al PAI, el que estaba de guardia –un solo miembro– me supo contestar que los cogen presos pero que son de otro cantón.
Además tengo conocimiento de que el servicio de ronda se está brindando a otro sector que no es la Atarazana, porque “allá sí pagan”.
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Salta a la vista una pregunta: ¿qué se hace con ese dinero? El PAI se instaló para brindar seguridad a los moradores de la Atarazana y no para otros fines. Ante la desprotección en que nos encontramos en esta ciudadela no me queda otra cosa que solicitar que se arbitren las medidas necesarias para recuperar la tranquilidad de los habitantes de la mencionada urbanización.
Gastón Fernández Rodríguez,
Ingeniero agrónomo y abogado, Guayaquil