Ibrahim Gambari, el enviado especial de la ONU, no podía hasta ayer hablar con la junta militar.

No hay más protestas en las calles de Rangún y muchos monasterios están vacíos en Birmania, pero las organizaciones de defensa de los derechos humanos están preocupadas por la suerte de más de mil bonzos (monjes budistas) y manifestantes, que fueron arrestados y sobre los cuales no se han emitido noticias.