El Presidente, que proviene de la Academia, debería saber todo esto, porque la ciencia progresa solo cuando se contrastan distintas posturas. Esa es la esencia, además, de la democracia.
Por supuesto que las personas sin responsabilidad no tienen esta obligación. Pueden darse el lujo de ignorar la realidad. Pero el conductor político que se niegue a escuchar opiniones que no sean de su agrado, acabará cometiendo gravísimos errores.