Argentina, que libra un combate con armas desiguales en el mundo del rugby debido a la carencia de un torneo anual de alto rendimiento en su programa, sueña con dar el gran golpe en el Mundial-2007 para obtener el reconocimiento internacional que se merece desde hace años.
  
Los Pumas alcanzaron una sola vez esa instancia, en 1999, tras una victoria sobre el final contra Irlanda, en un partido decisivo de grupo (28-24).
  
Para el capitán Agustín Pichot, ese suceso contribuyó al "boom del rugby" en Argentina.
  
Aun si este deporte lucha con armas desiguales frente al rey fútbol, al  básquetbol y el tenis, los Pumas logran convocar 30.000 espectadores cada vez que se presentan en casa ante las potencias.
  
De hecho, los grandes equipos nacionales viajan a Argentina para los  tests-matches de junio y luego los Pumas vuelan hacia Europa en noviembre.
  
Por ello, los jugadores y dirigentes reclaman integran uno de los dos  grandes torneos del mundo: el Tres Naciones o el Torneo de Seis Naciones.
  
Incluso la International Board (IRB, organo supremo) dejó entreabierta la puerta para que los albicelestes puedan meterse en el concierto mundial de grandes.
  
Para prepararse de cara a este Mundial, los Pumas tuvieron que conformarse  con dos tests-matches contra un equipo mixto de Irlanda en junio, otro contra  el modesto Chile para despedirse de su país y un partido ante Gales en Cardiff (derrota 27-20) y una victoria sin brillo contra el XV de Bélgica.
  
Pese a todas estas trabas, los jugadores argentinos pudieron entrenarse juntos durante dos meses y trabajar algunos automotismos que faltaban.
  
Para soñar con hacer un buen papel, el XV argentino se apoya en un pack fuerte, con su experimentada primera línea Roncero-Ledesma-Hasan o el segunda línea Patricio Albacete.
  
Atrás, el nivel es más heterogéneo, aunque el apertura Felipe Contepomi y  el fullback Juan Martín Hernández son capaces de marcar la diferencia en  cualquier momento.
  
Para Loffreda, la clave pasa por un ataque con "opciones bien distintas" y por la "marca de fábrica" de los Pumas: "un pack duro con delanteros que pelean  cada pelota".
  
Pensando en sus rivales, Argentina cayó, una vez más, en el 'grupo de la  muerte' con Francia e Irlanda.