Hace aproximadamente tres años sufrí el robo de mi cartera, en la que portaba mis documentos de identidad. Por esta razón tuve que pasar por el vía crucis de obtener un duplicado de licencia en la CTG (Comisión de Tránsito del Guayas) de la terminal terrestre.

Ingresé a las once de la mañana a un lugar de aspecto lúgubre, poco iluminado y de poca limpieza. Una vez que presenté los documentos requeridos al agente de revisión empezó la espera eterna. Primero,  se había colapsado el sistema y no se podía ver si yo debía algún valor por concepto de citaciones; después, el encargado de sistemas no llegaba. Cuando llegó, conversó con todo el que se le pasó por delante, y por vía telefónica pedía que le lleven la comida.

Al ver que no había progreso en el trabajo, empecé a preguntar a los agentes y estos me decían que ellos no podían hacer nada. Al llegar el mediodía, a todos los usuarios se nos puso puertas afuera porque tenían que almorzar. Por una hora me tocó esperar fuera del área de brevetación y solo pude servirme una cola ya que todos los locales de la terminal no ofrecían ni la más mínima higiene.

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Al concluir la hora de almuerzo fuimos admitidos nuevamente.  Ahí seguía un ingeniero de sistemas haciendo su trabajo con tarrina, aún, en mano. Una vez que lo de las computadoras estuvo solucionado, fue la impresora la que no servía. Tras 45 minutos más de espera, logré obtener el papel de las citaciones que registraba, para cancelarlas.

Después, pasé a una fila para actualizar datos; y otra fila al otro extremo de la sala para la foto y la firma. Dieron las tres de la tarde cuando por fin obtuve mi licencia. ¡Un total de cuatro horas perdidas para un solo documento! Como era duplicado, me tocó luego renovarla este año.

Ingresé a las once y dos minutos de acuerdo al tiquete del parqueo de la terminal. Enseguida me dieron otro tiquete y pasé a esperar a una sala de tamaño mediano con suficientes asientos y aire acondicionado. A los pocos minutos pasé a que una empleada atenta me revise los documentos; me indicó la cantidad a pagar y nuevamente regresé a la sala de espera.

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Veinte minutos después, pasé a uno de los puestos de atención; me hicieron ahí mismo el chequeo visual, actualización de datos, y cancelé la cantidad que antes me habían indicado. El joven que me atendió me dijo que espere a que me llamen para la fotografía.

En una oficina del fondo se encontraba una joven amable; me llamó después de un momento y me tomó la foto y digitalizó mi firma. Me pidió que tomara asiento hasta que se imprima la licencia. Unos ocho minutos más y ya tenía el documento en mis manos.  Al salir del parqueo, llevaba un dólar para cancelar el valor del mismo, porque según mis cálculos había pasado al menos hora y media. Cuando recibí el vuelto me sorprendí, ya que a razón de 40 centavos la hora o fracción, me imaginé que debía pagar unos 80 centavos. Al constatar el tiempo de estadía, solo había pasado una hora. Da gusto ver estas mejoras. En alguna ocasión anterior he utilizado este medio para denunciar lo que está mal en la CTG.  Esta vez lo hago para congratularlos. También para que la ciudadanía sepa cómo se ha agilizado este servicio y no caigan en la tentación de usar los servicios de los tramitadores para “no perder la mañana; hay unos que aún merodean en las afueras de la oficina de brevetación, para ver si algún incauto cae.

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Rocío Massuh Manzur de Aguirre,
ingeniera comercial, Guayaquil

Fui a sacar mi licencia, pero no estaba registrada en el sistema por problemas de cédula. Me enviaron a la ventanillla de atención al usuario donde me demoré dos horas y treinta minutos para comprar la especie a 4,50 dólares, y que me digan que para actualizar mis datos debía regresar en ocho días. Eso es exagerado para obtener un simple papel impreso en computadora.

Cuando estaba en la fila noté que venían abogados con más de dos trámites, cuando se supone que lo permitido es hasta dos papeleos por persona. Sugiero que abran más ventanillas y tengan preferencia por la gente de la tercera edad y minusválidos. El público se quejaba por el elevado costo de las especies: ejemplo, una valorada en 22 dólares, es para que su carro salga en tour, comentó una señora. Es necesario revisar el porqué de la exageración de este simple papel impreso.

Luego, se me presentó un problema con un carro en Naranjal. Me hicieron el parte para poderlo sacar del canchón y fue una odisea el avalúo de este; tenía que realizarlo en Milagro. Me pregunto, ¿por qué no en el mismo lugar, es decir en Naranjal?; lo otro implica gastos, muchas molestias por las distancias ya que me trasladaba a pagar la guardianía diaria a una gasolinera en la vía Naranjal-Guayaquil. Ese valor diario fue de 8 dólares; demasiado alto. Igual sucede en Guayaquil, por esa razón hay tantos vehículos en el canchón que ciertos ciudadanos hasta los dejan perder, en vez de retirarlos.

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Lynda Álava Izquierdo,
Guayaquil