Como si de una película de mafiosos se tratara, uno de los líderes del cartel de la droga más poderoso de Colombia vivía rodeado de lujos en su residencia en Brasil.

Un gimnasio, un sauna, múltiples televisores plasma y una piscina componían parte de la casa de Sao Paulo en la que fue detenido el martes pasado el colombiano Juan Carlos Ramírez Abadía, alias Chupeta, uno de los miembros más temidos del cartel del norte del Valle.

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Ramírez Abadía, de 44 años, a quien se le incautó un millón de dólares en efectivo, es acusado de usar sus ingresos del narcotráfico para comprar negocios legítimos en Brasil, así como terrenos, mansiones y hoteles.

Ayer, el Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil dictó la orden de arresto para fines de extradición de Ramírez Abadía, quien está dispuesto a colaborar con la Agencia Antidrogas de los Estados Unidos (DEA), según afirmó su abogado.

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En Bogotá, el fiscal general de Colombia, Mario Iguarán,  consideró “ideal” que Brasil extradite a EE.UU. a Chupeta,  considerado uno de los más grandes narcotraficantes del mundo, con una fortuna personal que se calcula en $ 1.800 millones,  aunque anunció que también lo pedirá en extradición.