Según Infraero,  empresa estatal que administra los aeropuertos del país, de las 677 salidas programados hasta el mediodía de ayer, 281 se atrasaron más de una hora y otras 60 fueron canceladas.

El caos en los principales aeropuertos de Brasil se mantuvo  por segundo día consecutivo y afectó a centenares de pasajeros y a turistas y atletas vinculados a los XV Juegos Panamericanos, que se llevan a cabo en Río de Janeiro.

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El miedo de los viajeros se ha intensificado en las últimas horas con pequeños incidentes, y serias declaraciones de controladores y pilotos en los medios locales sobre el riesgo de volar en Brasil.

En medio del clima de miedo e inseguridad, los pasajeros lloran, rezan y tiemblan cada vez que los aviones despegan o aterrizan con seguridad.

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Según declaraciones de pasajeros entrevistados por la televisión, el sábado niños y adolescentes que iban en un avión rumbo a Disneylandia y que fue desviado cayeron en pánico porque temían lo peor.

En tanto, decenas de familiares de víctimas del accidente aéreo del martes pasado, se tendieron sobre el piso en la avenida enfrente al aeropuerto de Congonhas en Sao Paulo, escenario de la tragedia, en reclamo de mayor agilidad en la identificación de  los restos.

“Queremos tener a nuestros seres queridos. Ese es el motivo para estar  aquí. Hay necesidad de más espacio en el Instituto Médico Legal para que  los cuerpos sean identificados”, dijo Elisie Pedroso, madre de Gabriel Pedroso, uno de los pasajeros del avión accidentado.

Tomados de la mano, los manifestantes rezaron mientras cortaban el tránsito  por cinco minutos, y pidieron también una urgente solución al caos aéreo que sufre Brasil, con dos trágicos accidentes en 10 meses y atrasos y cancelaciones  de vuelos cotidianamente.