Lamentamos que el Gobierno prefiera confrontar con Guayaquil, por favorecer a unos pocos dueños y dirigentes de la transportación terrestre interprovincial, en escandaloso perjuicio a miles de usuarios; en su mayoría gente pobre que trabaja, comercia, estudia o busca mejorar su salud en nuestra laboriosa ciudad.

Esas personas para su movilización diaria usan buses obsoletos con pésimo servicio al pasajero que viaja con riesgos de perder un contrato, negocio, cita, o peor la vida misma; pues esas unidades “ostentan” el mayor número de muertos y heridos causados en accidentes.

Publicidad

Algunos transportistas exigen la gratuidad en tasas e impuestos al importar buses, llantas...; como en peajes y en su eterno permiso de circulación nacional actualizado para sus viejas y maquilladas unidades.

Todo, “a cambio” de modernos vehículos cinco estrellas, itinerarios fijos y puntuales, costos módicos de pasajes. Pero las estadísticas demuestran lo contrario, y hay quejas de sus colaboradores acerca de la explotación de sus servicios prestados (en especial el gremio del volante) por no tener afiliación al IESS (Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social), ni un relevo confiable, ni mantenimiento de las unidades.

Publicidad

Varias ciudades ejecutaron vías laterales modernas para beneficio de la población por su seguridad y velocidad; pero, solo Guayaquil “perjudica” a caprichosos dueños de buses que por ahorrar un galón de diésel por vuelta completa ($ 1,18), y no pagar pontazgo, ordenan a sus conductores caotizar más el congestionamiento del puente Mendoza Avilés. De esa forma se perjudica al desesperado pasajero que resignado tolera esperar más de una hora para cruzar el puente, donde el maltrecho motor del transporte es el más afectado por un recalentamiento excesivo que obligará al propietario esperar al siguiente accidente de su unidad, para hacerle la reparación con un moderno maquillaje estilo Siglo 21.

Fernando Renella Coll,
Guayaquil