Con 7.423 m² de construcción, la Catedral de la Fe de la Iglesia Universal del Reino de Dios (Pare de Sufrir) se convierte en uno de los más grandes del Ecuador. La capacidad es de 4.000 personas sentadas, casi el doble de la Catedral de la Arquidiócesis de Guayaquil (Chimborazo y Diez de Agosto).
El templo se levanta a un costo de $ 10 millones en la avenida de las Américas, al lado de la Sociedad Italiana Garibaldi.
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Está prácticamente terminado y según el pastor brasileño Andrés Luis Monteiro, responsable de la obra física y que tiene diez años radicado en el país, el 10 de julio habrá “una presentación a la cual se invitará a toda la comunidad”.
La agrupación, que ha sido cuestionada, y se la conoce como Pare de Sufrir, por el nombre del programa que se transmite en un canal local, nació en 1977 en Brasil. La fundó el brasileño Edir Macedo Bezerra, quien a los 20 años pasó del catolicismo a ser miembro de la iglesia pentecostal Nova Vida, donde permaneció diez años y luego salió por considerarla “elitista”.
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Macedo junto con un grupo de amigos abrió un pequeño local en un barrio pobre de Río de Janeiro, se declaró obispo y creó la Iglesia Universal del Reino de Dios.
“En los primeros tiempos este hombre apenas sobrevivía económicamente hasta que una feligresa vendió un terreno y le donó el dinero. En ese momento compró 10 minutos por día en la radio Río Metropolitana y comenzó su éxito”, afirma Alfredo Silletta, en una investigación difundida en la página web sindioses.org.
Hasta 1998 existían más de 3.000 templos en Brasil, desde donde se expandieron a EE.UU., Canadá y México, América Latina, Central y el Caribe. La organización, presente en 90 países, ha cambiado varias veces de nombre en Hispanoamérica: Oración Fuerte al Espíritu Santo, Comunidad Cristiana del Espíritu Santo o Arca Universal.
La Iglesia Universal del Reino de Dios promueve la teología de la prosperidad y afirma: “yo no sigo a un Dios pobre. Si su Dios es pobre, es porque sus pensamientos son pobres La pobreza es del diablo, no de Dios”, según la página es.catholic.net.
“Una declaración absurda y falsa”, replica Monteiro.
Cuando se le pregunta por productos como el talismán de la fe y el champú Pare de Sufrir, que se promocionan en el programa de televisión, desmiente que estos se vendan.
“Me ofende su pregunta, por qué no se concentra simplemente a la inauguración de nuestro templo”, manifiesta.
“Si tenemos dinero damos, si no, no hay problema alguno”, asegura Francisco Hernández, quien está a cargo de los detalles técnicos del templo.
En diciembre del año pasado, la Catedral de la Fe se abrió para que sus seguidores llevaran cartas detallando aquellas cosas que les hacen sufrir. El ofrecimiento de los líderes del grupo era que las llevarían a quemar a Israel para que sus problemas acabaran, antes de la entrega de un ‘sacrificio’ económico voluntario que, según una asistente, era de $ 50 mínimo. Aclaraban, eso sí, que paralelamente estarían contribuyendo con la construcción del templo.
“El templo es obra de las contribuciones. Si nos preguntan dónde está la plata, bueno, pues está aquí”, señala Monteiro.
El arzobispo de Guayaquil, monseñor Antonio Arregui, dijo que el mero enunciado Pare de Sufrir, es un imposible en este mundo. "El sufrimiento forma parte de la vida humana, y el Hijo de Dios nos da ejemplo de cómo llevarla", adujo.
Pero no solo la Iglesia Católica rechaza las prácticas de la Iglesia Universal del Reino de Dios. Las asociaciones evangélicas de Brasil los han denunciado por “usar métodos manipulativos para obtener dinero”.
El pastor del centro evangelístico Asambleas de Dios, Francisco Loor, dice que el creador de Pare de Sufrir mezcla elementos de santería propios de Brasil con doctrina cristiana, “por ello no los aceptamos”. Pero Monteiro asegura que sus prácticas tienen bases bíblicas y que son parte de la religión evangélica.
Quienes asisten a los templos no hablan de sus prácticas, ante cualquier pregunta responden: “Pregúntenle a los pastores directamente”.
Monteiro dice que no sabe cuántos miembros tienen en Guayaquil, pero entre sus siete templos tienen una capacidad de 6.000 personas. Hacen cinco reuniones diarias de lunes a domingo, aunque no todas con la misma asistencia.
Dalton Farías, pastor guayaquileño de 37 años, afirma: “Hace doce años mi vida era un desastre, pero me liberé de los problemas porque un día Dios tocó mi corazón”. Este hombre se expresa con un marcado acento portugués, idioma que no habla, pero que dice “se le pega de los otros pastores”.