En Quito y Zuleta, Imbabura, crece la venta de prendas con los bordados.

Rafael Correa ha dicho que no quiere que nadie utilice su imagen para comercializar las camisas con diseños ancestrales y dibujos representativos de varias ciudades del Ecuador, pero su “moda” atrae a muchos.

Hoy no solo su ministro de Educación, Raúl Vallejo, y el coordinador de Patrimonio Cultural y Natural, Juan Martínez, las están usando; sino que también las desean el presidente de Bolivia, Evo Morales; y el Embajador de Argentina, Carlos Piñeiro Íñiguez; el venezolano Hugo Chávez recibirá una en pocos días; y la demanda entre los ecuatorianos crece.

La semana anterior la diseñadora carchense Alicia Cisneros envió, con el cónsul boliviano en Ecuador, Juan Javier Zárate, una serie de diseños para que el mandatario de ese país escoja los que desea en sus prendas.

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En el modesto taller que tiene en un espacio de su casa, al norte de Quito, se elaboran decenas de camisas y blusas con diseños precolombinos que después expende en el museo Mindalae.

Cuenta que las visitas de extranjeros y ecuatorianos a ese lugar han crecido desde el pasado 15 de enero, cuando Correa se posesionó luciendo una camisa con unos rombos bordados en la parte frontal, con la figura ovalada en el interior y una flecha, que había diseñado basada en  los diseños Jama-Coaque, cultura que creció entre los años 350 a.C. y el  1532 d.C.

Pero la satisfacción es mayor en la comunidad de Zuleta, a unos cuarenta minutos de Ibarra, en Imbabura, de donde son  Teresa y Lilian Casa, y Laura Sánchez, quienes bordaron las figuras precolombinas en aquella camisa del Jefe de Estado.

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Doña Teresa dice que el negocio ha crecido “gracias al señor Presidente...”. Y compara el buen momento con lo sucedido hace más de medio siglo, cuando de la mano de Avelina Lasso (madre del ex presidente Galo Plaza), en Zuleta nació la tradición por el bordado  que ella enseñó a las mujeres mestizas, entre estas a la maestra Adela Carrascal, quien a su vez trasladó sus conocimientos a las indígenas.
Esto hizo que el gusto por el bordado se expanda a otras comunidades, más cuando las obras se vendían en las ferias.

Hoy la tradición se mantiene en la pequeña comunidad. Incluso, Laura, una hija de Teresa, sigue bordando pese a que es una ingeniera en administración hotelera. Su abuela, Laura Ponce,  es propietaria de uno de los siete  talleres que ahora existen en Zuleta, donde también ha crecido la venta de vestidos y camisas infantiles, que cuestan entre 8 y 25 dólares.

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Desde este año, cuenta la artesana María Estela Albán, el negocio de las prendas bordadas está en auge, tanto en Zuleta como en Ibarra, donde Teresa Casa,  su amiga de infancia, tiene un taller en el que está haciendo una camisa para el presidente venezolano Chávez.

La hará porque lo ve cercano a “su Presidente” y usará diseños de lugares representativos del Ecuador y Venezuela. No le pondrá precio, asegura, porque quiere promocionar su arte.

Una decisión similar tomó en abril pasado, cuando aprovechó para conocer personalmente al mandatario Correa y, durante la Fiesta de El Retorno en Ibarra, el  28, se presentó y le contó que fue ella quien le bordó las camisas que usó en la posesión.

En el encuentro le obsequió una prenda, cuyo acabado le gustó a Correa, y le indicó a su asesora de imagen que pida la confección de otras camisas a  Teresa: una con dibujos de Quito y otra con Eloy Alfaro. Ya le enviaron los bocetos, que son exclusivos, y él debe decidir.

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Además, dentro de pocos días Teresa comenzará a dar clases de bordado a grupos vulnerables (mujeres discapacitadas y detenidas) como parte de un proyecto que se desarrollará en Imbabura, porque la moda del bordado se vuelve lucrativa.