La sobreexplotación comercial de las especies preocupa a entes ambientales.

Cada vez son menos los comerciantes que logran conseguir ciertas plantas medicinales para venderlas en los mercados. Ellos aseguran que la explotación de los bosques deja devastadas las áreas donde se producen y que por eso deben internarse más para encontrar,  por ejemplo, la uña de gato, la cola de caballo o la chancapiedra.