A punta a colgarse medallas de oro y batir plusmarcas mundiales, el nadador estadounidense se ha ganado a brazas el derecho a pertenecer al exclusivo club de las dos luminarias más brillantes del deporte.
¿No es algo prematuro? Quizás, pero la desbordante superioridad de Phelps en la natación solo es comparable a la que ejerce Woods en el golf y Federer en el tenis. De hecho, no sería aventurado subrayar que el dominio del nadador es inclusive mayor.
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En el presente mundial de Melbourne, Phelps ha obtenido cinco medallas de oro y ha triturado tres plusmarcas mundiales, dos de las cuales ya estaban a su nombre, y otra con el equipo de relevos. Ante su paso, rivales del calibre de Pieter van den Hoogenband o Ryan Lochte han quedado regados en la piscina, incapaces de amenazar la hegemonía del joven de Baltimore.
Michael es un fenómeno. Es como un mutante, dijo la estadounidense Tara Kirk, especialista en el estilo de pecho.
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En Australia, tierra de legendarios nadadores como Ian Thorpe o Grant Hackett, ya hacen la comparación.
Tiger, Federer y ahora Phelps, dice el titular del diario Herald Sun.
"Un amigo me dijo que estaban poniendo mi nombre junto al de Tiger Woods y Roger Federer. Ser incluido en esa lista ya es un logro enorme y algo de lo que me enorgullezco", dijo Phelps ayer.
Desde que irrumpiera con fuerza en el mundial de Barcelona en el 2003, Phelps ha dominado año tras año los titulares de la natación.
En la justa española conquistó cuatro medallas doradas; un año después en las olimpiadas de Atenas obtuvo seis y en Montreal 2005 cinco.
Y por si fuera poco, ostenta cuatro récords mundiales en la actualidad y suma dos con el equipo de relevos de Estados Unidos.
Phelps es posiblemente el mejor nadador de la historia, pero en su mira está un récord que lo certificaría: igualar o batir en Beijing 2008 las siete preseas de oro que alzó Mark Spitz en las olimpiadas Munich 1972.