Nos referimos al editorial publicado el lunes 19 de marzo, bajo el título ‘Escuelas de conducción’.  Nos permitimos hacer las siguientes puntualizaciones:

La alta siniestralidad que existe en el país, pues el 85% de la accidentalidad de tránsito obedece a la impericia y resulta difícil determinar si los autores de un accidente de tránsito aprobaron o no un curso de conducción para obtener la licencia de manejo. La edad del conductor y el tiempo de la licencia permitiría a las autoridades y a los equipos de investigación establecer bases estadísticas para una mejor apreciación.

No es justo ni acertado involucrar a Aneta, que tiene 57 años de vida institucional, en la “opinión de todas las escuelas de conducción” a que alude el editorial en referencia.

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Las escuelas de Aneta cumplen con todos los estándares de calidad en la enseñanza, los instructores son seleccionados a través de rigurosos exámenes y permanentemente capacitados; disponemos de equipos psicosensométricos de última tecnología y manuales de conducción de un alto nivel pedagógico, que garantizan una real enseñanza, por lo que invitamos a reporteros de su importante medio a que visiten nuestras instalaciones y comprueben nuestros asertos para una adecuada orientación ciudadana.

Aneta cumple esta actividad a nivel nacional como un servicio y no como un negocio.

Compartimos el criterio editorial cuando afirma que existen escuelas preocupadas “por captar alumnos y cobrar matrículas, pero sin asegurarse de que realmente aprenden a manejar”, pues las autorizaciones indiscriminadas de funcionamiento de estas escuelas son actos equivocados que no responden a la seguridad ciudadana y están al margen de lo estipulado en el Reglamento de Escuelas de Capacitación de Conductores no Profesionales.

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Hernán Gallegos Banderas
presidente de Aneta, Guayaquil