Las provincias en ningún país del mundo son divisiones étnicas, ni reflejan pueblos, ni culturas, ni nada parecido. Son delimitaciones meramente administrativas que deberían variar solo en función del mejor manejo estatal. Lo que cuenta es cómo servir mejor a los ciudadanos y no un patriotismo localista mal entendido.
Lamentablemente, la fragmentación política que vive el Ecuador desde hace tantos años ha hecho que olvidemos estos conceptos básicos, de tal modo que cada cierto tiempo se convoca a una especie de guerra fratricida por los límites de tal parroquia, tal cantón o tal provincia, como si de eso dependiese la suerte de los habitantes.
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Habrá que tener paciencia con estos sentimientos, en uno y otro bando, mientras que con mucho tino se explica que lo que todos debemos defender siempre es la unidad del Ecuador y la esperanza de que juntos alcancemos un destino mejor. Cualquier otra cosa será recibida por nuestra juventud como un nuevo motivo para el desánimo.