Difícilmente reconocen los méritos de los adversarios.
El lenguaje peyorativo crea murallas para un debate civilizado que busque con objetividad la salida de la crisis.
Las palabrotas señalan a menudo las fronteras en las que se mueven los políticos.
Ocurre muchas veces que las denuncias de corrupción no son más que exageraciones basadas en deseos de venganza de políticos que quedaron fuera de la torta y quieren que mueran Sansón y los filisteos o formar nubes de humo para distraer al pueblo de los problemas y realidades.
Hay tantas cosas espantosas en la política ecuatoriana, que está llena de individuos de lengua larga e inteligencia corta.
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Según el ideal griego, la política es la realización efectiva de la vida moral, pero en este país los inmorales quieren dar lecciones de moral. Unos y otros violan la ley. Y hasta se vanaglorian de que no van a acatarla.
Entonces es importante que los ciudadanos luchemos por ella como si se tratara de la muralla de la República.
Ecuador volverá a tener una democracia cuando los que dirigen y administran concilien, vean el bien común y no los intereses personales o partidistas.
Bien hacen los periodistas en empuñar la pluma contra la sinrazón de la necia autoridad, la dictadura de las verdades o la codicia del poder. No habría ley mordaza que los calle.
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César Burgos Flor
Guayaquil