Los ministros europeos de Transporte tienen previsto debatir el jueves en Bruselas el acuerdo de liberalización del tráfico aéreo "Cielos abiertos" entre la Unión Europea y Estados Unidos, con una mayoría de países favorable a dar luz verde al compromiso y Gran Bretaña en una posición más reticente.
Tras cuatro años de difíciles discusiones, expertos de alto nivel de la UE y Estados Unidos alcanzaron un mes atrás un principio de acuerdo sobre esta liberalización que permitirá a compañías de ambas partes operar con libertad en ciudades del otro lado del Atlántico.
Ahora es el turno de los 27 de ratificar ese compromiso en su Consejo de ministros de Transporte del jueves en Bruselas, aunque para ello se efectuaban transacciones de último momento con Gran Bretaña, que buscaba asegurarse un tratamiento preferencial para el lucrativo aeropuerto londinense de Heathrow, el más frecuentado de Europa, según fuentes diplomáticas.
El acuerdo "Cielos abiertos", que necesitará también el aval del Congreso norteamericano, debería entrar en vigor el 28 de octubre próximo, pero Gran Bretaña quiere una periodo de transición para Heathrow hasta mayo de 2008, fecha prevista de apertura de su quinta terminal, según una fuente europea.
El Reino Unido posee al menos el 40% de los enlaces aéreos UE-EE.UU., en gran parte concentrados en Heathrow, que los ha reservado a dos compañías británicas (British Airways et Virgin Atlantic) y dos norteamericanas (United Airlines et American Airlines).
Con excepción de los británicos, el resto de los países de la UE apoyan el acuerdo, según varias fuentes europeas.
Una derogación "razonable" de algunos meses para Heathrow, que podría poner fin a las reservas británicas con vistas a un acuerdo unánime, no debería plantear objeciones entre los otros Estados miembros de la UE, estimó una fuente europea.
De su lado, las compañías norteamericanas manifestaron su satisfacción con los términos del acuerdo y su aprobación por el Congreso estadounidese no debería encontrar trabas, juzgó la misma fuente.
Los vuelos entre la UE y Estados Unidos abarcan el 60% del tráfico aéreo internacional y están severamente enmarcados en acuerdos bilaterales entre 16 países europeos y Washington, juzgados ilegales por la Corte Europea de Justicia.
La UE estima que el acuerdo, que permitirá por ejemplo liberalizar la ruta aérea Londres-Nueva York para que haya más aerolíneas compitiendo, generará más de 25 millones de pasajeros adicionales en los próximos 5 años, así como la creación de 80.000 nuevos empleos.
Pero sus detractores, como Gran Bretaña y algunos compañías aéreas, lo juzgan desequilibrado en favor de Estados Unidos.
El principal problema es la cuestión de la propiedad de las aerolíneas, punto en cual Estados Unidos se muestra particularmente duro.
En efecto, si bien el compromiso facilita la entrada de los grupos europeos en el capital de las compañías aéreas norteamericanas en más del 50%, limita a 25% sus derechos de votos. En Europa, ese umbral de participación en el capital es del 49%.
Según los términos del acuerdo, la UE "se reserva el derecho" de establecer también en el futuro un límite del 25% de los derechos de voto en manos de un inversor norteamericano en una compañía aérea europea.