Pequeñas y grandes empresas impulsaron el avance económico citadino.
Desde las últimas décadas del siglo XIX hasta la primera mitad del XX, el servicio y negocio de las piladoras y molinos de arroz ayudaron sobremanera al desarrollo comercial de Guayaquil y le dio un sello inconfundible a su imagen urbana tal cual lo hicieron el cacao, café y otros productos que se consumieron en el país o eran enviados a otros por las casas exportadoras existentes.