Su muerte, en un hospital de las afueras de París, fue anunciada por su abogado, Francis Vuillemin.

En 1998, este hombre que siempre defendió su inocencia, fue condenado a diez años de cárcel en Burdeos (suroeste). Al ex funcionario se le consideró cómplice de arrestos, secuestros arbitrarios y organización de caravanas de deportados cuando era delegado del gobierno en esta ciudad, bajo la ocupación alemana.

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En el 2002, una ley le permitió salir de la cárcel por motivos de salud y desde entonces y debido a su insuficiencia cardiaca crónica permaneció confinado en un hospital de su pueblo natal, Gretz-Armainvillers, a las afueras de París.

El declive de Papon comenzó en 1981, cuando la publicación satírica francesa Le Canard Enchainé publicó documentos fechados entre 1943 y 1944 referentes a deportaciones y firmados de su puño y letra.

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Después de 17 años de batalla jurídica, Papon fue finalmente juzgado durante seis meses en 1997.

Una vez agotados todos los recursos judiciales, el ex funcionario fue condenado, aunque el acusado nunca aceptó su suerte ni el veredicto del tribunal.