Hasta hace pocos años, viajar en el sistema de ferrocarriles ecuatorianos era un lujo singular y un sano esparcimiento. No era para menos: el costo del pasaje era sumamente barato y, sobre todo, la comida que se degustaba por los sitios donde paraba. El viaje, aunque un poco largo, nos ponía alegres. Mas en los últimos tiempos, el sistema ferrocarrilero que en otros países es una necesidad creciente, en nuestra patria, Ecuador, ha caído en desuso por obra y arte de los malos gobiernos, y sobre todo, porque la empresa del Estado no está preparada para eso.
El sistema ferroviario no dejará de ser importante en la vida de los pueblos. Por eso mi protesta para que se reactive nuestro añorado ferrocarril, que saliendo del puerto principal arribe a la capital de la república en condiciones óptimas de viaje. El Gobierno debe tomar alguna medida o, si viene al caso, privatizar la empresa de ferrocarriles, solo así posiblemente en manos de compañías extranjeras se pueda lograr que los trenes cubran las rutas de nuestra patria con sus ciudades y campos, llevando nuestras riquezas a cada uno de los sectores. Lo que no podemos entender es cómo, mientras otras repúblicas cercanas a la nuestra rehabilitan los negocios de transportes, nosotros nos damos el lujo de terminarlos; ¡qué mentalidad tan poco original!
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El turismo es una industria aprovechada en el mundo moderno, pero en Ecuador no se la desarrolla a través del sistema ferroviario para generar recursos al erario nacional. No es así como se hace patria descuidando lo poco que nos queda. Tengamos por lo menos sentido común y revivamos el que podría ser el más barato de los transportes, sacando el mejor provecho al paisaje, al comercio, ya que parece que nosotros lo estamos perdiendo. ¡Hagamos algo por el tren inmortal!
Gilberto Crespo Crespo,
migrante, Nueva York, EE.UU.