Como observé que el lugar destinado para que las personas de la tercera edad se encolumnen lo ocupaban el común de la gente, dejé a mi madre a cierta distancia y me acerqué al guardia para preguntarle sobre aquello, quien me respondió con otra pregunta: ¿qué es usted para la señora?, le respondí que era su hija, entonces, con el mayor desparpajo me dijo: ‘Vaya usted a hacer la fila, pues usted está joven para hacerla’. Le insistí que el predio era de mi madre y por qué no había fila para la tercera edad; me contestó tajante que los sábados no había tercera edad, así de llana y displicentemente. ¿Será esto posible?

Ab. Leonor Vélez S. de Ledesma
Guayaquil