En Bagdad, a diario la policía halla hasta 60 cadáveres en alcantarillas, víctimas de la violencia entre chiitas y sunitas. El 2006 fue el más sangriento en la guerra. 

Los últimos periodos en Iraq resultan los de mayor violencia que ha vivido este país desde la invasión de EE.UU., en marzo del 2003: diciembre pasado fue el mes con mayor número de víctimas civiles, 2.000; y el 2006 el año más mortal, con 16.245  fallecidos.

Publicidad

La cruda realidad en Bagdad se evidencia a diario cuando policías recorren la ciudad y encuentran en las alcantarillas y otros sitios los cadáveres de las víctimas de la violencia, la mayoría por enfrentamientos entre sunitas y chiitas.

Mientras, desde la invasión de EE.UU. la proporción (11%) de muertes de hispanos supera a su porcentaje en las Fuerzas Armadas porque tienen mayor presencia como soldados rasos y suboficiales.

Publicidad

Llevar un registro preciso de los caídos en medio del caos que reina en Iraq es muy difícil. De todos modos, las cifras del Ministerio del Interior provocan escalofríos.

En enero pasado murieron en Iraq unos 550 civiles a raíz de la violencia. Para diciembre, el total de muertos había trepado a casi 2.000.

Eso hace de diciembre el mes más sangriento del año, que también fue el más sangriento desde el inicio de la invasión. Pero estas cifras subestiman la verdadera dimensión del conflicto.

No incluyen, por ejemplo, a las personas que fallecieron más tarde a causa de sus heridas. Ni a los que sucumbieron por enfermedades que podrían haberse tratado si el sobrecargado sistema de salud funcionara correctamente.

Las Naciones Unidas señalan que el total de muertos es mucho más alto.

Cada mañana, la policía recolecta cadáveres de los sumideros de la capital –casi siempre alrededor de 40, 50 o 60 cuerpos–, todos víctimas de la violencia entre facciones sunitas y chiitas.

Los enfrentamientos sectarios ahora han sobrepasado a la lucha de la insurgencia contra la ocupación, y constituyen la causa más importante del derramamiento de sangre.

En este panorama, el presidente de EE.UU., George W. Bush, se dispone a revelar su nueva estrategia en Iraq cuando varios legisladores republicanos se oponen a una escalada militar por una guerra cada vez más impopular.

Entre tanto, un sondeo del grupo Military Times, no afiliado al Departamento de Defensa, halló que las tropas de ese país desaprueban (45%) la forma en que Bush maneja el tema Iraq.

Mientras, el presidente iraquí, Jalal Talabani, se distanció ayer de la ejecución de Saddam Hussein al precisar que se “mantuvo al margen” del ahorcamiento del ex dictador.

“Me he mantenido al margen y no he intervenido en la decisión del Alto Tribunal Especial”, dijo Talabani en un artículo que anota que ninguna autoridad, “ni siquiera el presidente, puede agraciar a los condenados o reducir las penas” del Alto Tribunal.