El delincuente se hace, no nace, por consiguiente hay que evitar su proliferación. En mis años de infancia allá por la década del cuarenta, los niños empezábamos a ir a las escuelas y luego de cumplir con nuestras tareas escolares, bajo el cuidado de nuestro padres y hermanos mayores, salíamos a los soportales a jugar con otros niños vecinos cualquiera de los siguientes juegos que durante todo el año nos mantenían siempre ocupados sin darnos tiempo siquiera a pensar en vicios, delincuencia y peor en drogas.

Estos juegos que aún recuerdo, duraban un mes, máximo dos y de inmediato daban paso a otro juego y así durante todo el año. Estos entretenimientos infantiles eran: el juego de las bolillas o canicas; el juego del billuso, que hacía las veces de dinero; el juego de las películas que se efectuaba con los rollos desechados por los cines y que vendían en las tiendas de los barrios; el juego de los zumbadores que se hacían con las tapillas de colas; el juego del trompo y sus distintas formas; el juego del límber, que era una figura que traía este delicioso caramelo y que al reunir la colección del 1 al 50 el muchacho recibía una pelota de fútbol o cinco sucres; el juego de la corneta o papalote, que actualmente se practica en ciertos barrios; el juego de los ñocos; el juego de primera sin que te roce; el juego de la yuca; el juego del carricoche y cualquier otro que se me escapa. Luego venía diciembre y los niños nos preparábamos para recibir la Navidad y el año nuevo y a la vez estudiar para dar los exámenes finales de paso de grado.

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Me pregunto: ¿Por qué el Estado por medio de su ministerio respectivo y organismos afines, o las federaciones deportivas o el propio Comité Olímpico Ecuatoriano o la misma empresa privada no hacen torneos o campeonatos locales, regionales, interprovinciales y hasta nacionales con diplomas, trofeos e incentivos económicos; formando categorías de acuerdo a las edades, barrios y habilitando escenarios para la práctica de estos juegos que en determinado momento pueden transformarse en juegos nacionales y con un solo pensamiento: alejar a la niñez de los vicios y de la delincuencia que hoy en día azota a nuestro país.

Ab. Antonio Valverde Delgado
Guayaquil