“Entre y juegue como sabe. Si puede tire un caño (pasar la pelota entre  las piernas del oponente)”, le dijo al muchacho en el vestuario el entrenador  de Argentinos Juniors, Juan Carlos Montes, cuando en el entretiempo del partido  ante Talleres de Córdoba le avisó que entraba a jugar.

Y el Pelusa Maradona no lo defraudó, pues fiel a su estirpe de potrero  (cancha de barrio), en su  primera jugada, a diez días de cumplir los 16 años, le hizo un fenomenal túnel  al volante Juan Cabrera, de Talleres de Córdoba, que despertó un aplauso en la  hinchada.

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El joven había surgido como cebollita (jugador de infantiles) y asombraba  a más de uno con sus malabares en los entretiempos de los partidos de primera.

Hace 30 años, Maradona ingresó en el segundo tiempo del partido y su  aparición fue el inicio de años de gloria para el fútbol argentino, con el  despertar de un amor incondicional entre el genio de la pelota y los  aficionados que lo erigieron en semidiós.

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El ex defensor de la selección y jugador de Talleres, Luis Galván, relató  años después que el partido que su equipo ganaba 1-0 cambió cuando ingresó Maradona.

“A partir de allí cambió todo. Diego se puso el equipo al hombro y nos  fueron arrinconando en nuestro arco. Terminamos defendiendo el triunfo, pero no  podíamos creer lo que hacía ese chico con una inmensa melena llena de rulos”,  señaló Galván.

El viejo estadio de madera de Argentinos estaba casi lleno porque se había anunciado del posible debut de un jovencito que  descollaba en las divisiones inferiores.