Las autoridades estadounidenses investigan este jueves por qué un pequeño avión se estrelló contra un rascacielos de Nueva York el miércoles, en lo que las autoridades catalogaron de accidente, con un saldo de dos muertos pero que hizo recordar a todo el mundo los ataques de otro día, el 11 de septiembre del 2001.
Aviones caza sobrevuelan Nueva York y otras ciudades estadounidenses -si bien oficialmente la hipótesis de un nuevo ataque terrorista fue descartada- mientras los niveles de alerta fueron elevados.
Se trató de "un accidente que costó la vida de dos personas", dijo el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, precisando que nadie en el edificio de 50 pisos resultó dañado y descartando que se tratase de un acto intencionado.
Tanto la Casa Blanca como el FBI habían descartado rápidamente la pista terrorista. "El FBI no tiene indicios por el momento de que haya una relación con el terrorismo", declaró Richard Kolko, portavoz del FBI.
La avioneta, una Cirrus SR20, era del beisbolista Cory Lidle, de 34 años, jugador de los New York Yankees, que resultó muerto junto a otra persona, aunque sigue sin estar claro quién piloteaba.
Se desconoce por qué el avión acabó chocando contra el edificio, a eso de las 15h00 locales (19h00 GMT), pero Bloomberg explicó que la colisión se produjo una media hora después de que despegara de Teterboro, un pequeño aeropuerto de Nueva Jersey.
El fuego salió visiblemente por cuatro ventanas y una columna de humo se elevó por encima del edificio, una construcción de 1986 ubicada en la calle 72, en el Upper East Side, uno de los barrios más selectos de Manhattan.
El departamento de bomberos informó que 11 bomberos y dos inquilinos del rascacielos de 50 pisos tuvieron que ser atendidos por heridas leves en un hospital cercano.
Las imágenes de televisión y las sirenas de las decenas de vehículos de Policía, bomberos y servicios sanitarios que se desplazaron hasta el lugar devolvieron por un rato a los neoyorquinos a los atentados en los que murieron casi 3.000 personas hace cinco años.
"Todo el mundo es muy susceptible" ante un accidente de estas características en Nueva York, admitió Bloomberg.