La intervención del párroco evitó que un grupo de pobladores quemara a un sujeto que portaba objetos que, según los moradores, eran para delinquir.

La acción desesperada del párroco de Pelileo Grande, Fabricio Dávila, y de otros dos habitantes de esta parroquia de Pelileo evitó ayer que Marco Antonio Quispe Jácome, oriundo de Salcedo, en la  provincia de Cotopaxi, acusado de un robo, fuera quemado vivo.

El grito de Quispe, después de que se le roció gasolina y se le prendió fuego en sus piernas provocó la reacción del párroco, quien con  un saco y tierra impidió que las llamas se propagaran.

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No se sabe quién arrojó el fósforo que encendió las piernas del detenido, que permanecía amarrado a la cruz del centro cívico de esta localidad desde las 05h00.

El fuego comenzó en el momento que el párroco trataba de calmar los ánimos de quienes querían quemar a Quispe y los dirigentes en otro sector adoptaban las decisiones para ortigarle y darle un baño en la laguna de la zona, antes de ser entregado a la Policía.

Después de apagar las llamas, la población de Pelileo Grande se dividió: unos pedían que se hiciera justicia por mano propia para que los ladrones escarmentaran y dejaran de cometer sus fechorías en la parroquia; otros estaban a favor de que  las autoridades de justicia decidieran sobre el acusado.

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“Nosotros no somos asesinos, no estamos en la selva”, explicó Dávila.

El presidente del Comité de Seguridad de Pelileo Grande, Guido Morales, llamó a la calma a los pobladores de la zona para que “no se pase más allá de la línea”.

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“No estoy de acuerdo que se proceda en ese sentido y nosotros estuvimos muy conscientes de no cometer acciones más allá de las legales. El pueblo ciertamente es la voz de Dios, pero la voz de Dios no se hace así, la voz de Dios se hace con cordura y tranquilidad”, añadió el dirigente al entregar al detenido a efectivos policiales y aclarar que quien prendió fuego a las piernas de Quispe no era de esta parroquia.

Quispe fue llevado en un patrullero de la Policía al hospital de Pelileo para que le proporcionaran las primeras atenciones, pero luego lo trasladaron al hospital de Ambato porque sus quemaduras fueron de segundo grado.

Detención
Quispe Jácome permanecía amarrado desde las 05h00, cuando llegaron el jefe político de Pelileo, Gustavo Vargas, y la comisaria nacional, Natalia Rodríguez, para tranquilizar a la turba que quería quemarlo.

El sujeto fue aprehendido por un grupo de moradores que hacían guardia en la parroquia, quienes lo encontraron con un bolso con llaves, desarmadores, cuerdas, navaja y otros artículos que, según los habitantes de la zona, presuntamente utilizaba para cometer sus robos.

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El detenido afirmó que era la primera vez que trataba de robar, pues estaba solo y lo hacía porque tenía que mantener a su madre y que el trabajo como radiotécnico no le alcanzaba.

Los pobladores de Pelileo Grande decidieron retomar las rondas nocturnas porque desde hace seis meses los atracos e incluso un asesinato los mantenían en zozobra.